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Después de cometer diversas fechorías contra los aborígenes durante el desplazamiento desde el occidente de la isla de Cuba, donde su nave recaló desarbolada, una treintena de hispanos arribaron a la comunidad de Yucayo, ubicado entre los ríos Caonavaco (San Juan), Yaguarimú (Yumurí) y Sabicú, hoy desaparecido bajo la ciudad de Matanzas. Era el año 1510.

A su llegada los recibió el cacique Guayucayex (Señor del Cayo Blanco, en lengua arahuaca), quien al conocer del interés de éstos por continuar rumbo al oriente, se ofreció para que cruzaran la bahía en canoas, lo cual aceptaron.

Las embarcaciones se desplazaban sobre las aguas de la bahía de Guanima (obviamente, la actual bahía de Matanzas). En ellas viajaban los recién llegados, entre ellos dos mujeres. De pronto, sorpresivamente, los guerreros se enfrascaron en una lucha cuerpo a cuerpo en las naves y después en el mar.

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En la acción pereció ahogada la mayoría de los forasteros. Solamente siete llegaron a la costa. El cacique rebelde perdonó la vida de las ibéricas, mientras que su jefe, García Mexía, escapó de la muerte al caer prisionero del Habaguanex, otro cacique de la zona que no fue tan severo.

El odio despertado por los europeos en los indocubanos por su despiadada actitud hacia los pobladores pacíficos, resultó motivo suficiente para que fueran ajusticiados los demás sobrevivientes.

Ese episodio épico, ocurrido un mes de septiembre de hace 490 años, es considerado justamente por muchos historiadores e investigadores como el Primer Acto de Rebeldía de los nativos de la isla contra los conquistadores.

El victorioso enfrentamiento en la Bahía de Guanima -nombrada así por los aborígenes- sirvió para nominar a esa porción de agua, cuando años más tarde los hispanos comenzaron a identificarla como bahía de la matanza, en recordación a sus muertos.

Del nombre de Matanzas otorgado primero a la rada, después a la ciudad y finalmente a la provincia, derivó el gentilicio matancero para sus naturales, lo que debe ser motivo de orgullo, ya que expresa la rebeldía contra el invasor.

LOS ULTIMOS DIAS DE CUAYACAYEX

En 1513 el caudillo Guayacayex contactó, en un cacicazgo ubicado en la margen oeste del río Canímar, con cerca de un centenar de colonizadores, dirigidos por el sanguinario Pánfilo de Narváez.

En esa oportunidad ofreció nuevamente cruzarlos la bahía, pero un hecho insospechado frustró su ardid. Entre los españoles venían las mujeres que él había capturado tres años antes, quienes le delataron y facilitaron su detención. Después de ese hecho no se han encontrado otras referencias escritas sobre el cacique de Yucayo, pero sin duda debieron ser asesinados con posterioridad.

ENTREVISTA AL DR. ERCILIO VENTO CANOSA, Presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba (Cortesía de GirónWeb)

PARA LOS MATANCEROS septiembre y octubre siempre han sido meses muy significativos, porque en el primero ocurrieron los hechos que en 1510 originaron el gentilicio que nos nombra y en el segundo -183 años después- (12 de octubre de 1693, fundación de la ciudad) los colonizadores recordaron a sus muertos en la acción al denominar Matanzas a la ciudad fundada en ese entorno histórico.

A propósito, GirónWeb contactó con el Dr. Ercilio Vento Canosa, presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba, con el objetivo de dilucidar una vieja polémica: ¿fue el suceso que nos nombra, o no, un acto de rebeldía?.

¿Qué dificultades existen para el estudio de la historia aborigen?
-Los datos aportados por los cronistas son insuficientes para estudiar con alguna profundidad hombres y comunidades precolombinos, de ahí que la arqueología haya devenido fuente vital para satisfacer en gran medida esa necesidad.

La ausencia de un registro escrito dio a la etapa un status de romántica incertidumbre, con lo que se favoreció la mistificación y la subvaloración, al estilo de las corrientes que en América pretendían desplazar al indio, al conceptuarlo estorbo para la conquista y ulterior colonización.
Esa falta de documentación ha coadyuvado a que algunos conciban a los antiguos habitantes de la Isla como seres incapacitados para tomar conciencia de la necesidad de defender su comunidad, al considerar que en éstos la motivación salvaje primaba por encima del sentimiento que hoy reconocemos como patriotismo.

¿Podrían considerarse como salvajes a nuestros nativos?
-Los conquistadores juzgaron de crueles y salvajes a las culturas americanas; sin embargo, su acción en nombre de la Fe superó esa supuesta brutalidad al desplazar y exterminar pueblos enteros para apuntalar el decadente imperio español.
Los ibéricos consideraron como una matanza la valiente acción de Guanima, nombre aborigen de la bahía que hoy rodea la ciudad- ejecutada por nuestros antecesores. Pero en este sentido es bueno recordar a Armando Hart Dávalos, quien fuera mucho tiempo nuestro Ministro de Cultura, cuando expresó: "Hay dos medios de hacer valer los derechos: la discusión y la fuerza. El primero es propio del hombre; el segundo, de las bestias. Pero si se quiere que el hombre no se sirva de las armas, es preciso tratarlo como a un hombre...".

¿Tenían ideas sobre territorio los pobladores precolombinos?
-Para ellos -tal como lo define la arqueología moderna- ese criterio abarcaba sus áreas de cultivos, caza y pesca. Mas, no pueden compararse mecánicamente estadios socioeconómicos diferentes. Martí sabiamente advirtió: "Por confusión de términos se confunden los hombres. No hay que estar a las palabras, sino a lo que está bajo de ellas".
En los aborígenes existía sentido de límite territorial, por lo que debían considerar intrusos a quienes lo invadieran, máxime si éstos violaban las normas establecidas. Era natural que asumieran una postura beligerante contra ellos y opusieran la violencia a la violencia.

¿Hubo en ellos presencia de sentimientos patrióticos?
-Si se acepta que el concepto Patria está integrado únicamente por la fusión de factores económicos y sociales, tendremos suficientes argumentos para sostener que un colectivo humano, situado en el neolítico, con determinado grado de desarrollo productivo y enmarcado en una división social y del trabajo que le permitan situar a su cabeza a un jefe, puede también considerar al sitio en donde radica como su Patria.
El suceso de la bahía de Guanima fue una acción defensiva. Los oscuros y escuetos datos reflejados sobre esa gesta, dirigida por el cacique Guayucayex, impiden configurar la justa dimensión humana del cacique de Yucayo. Es correcto históricamente y justo moralmente considerar el episodio como nuestro primer acto de rebeldía local.
El cacique Hatuey es reconocido por su internacionalismo al cruzar el mar para divulgar en nuestra isla los crímenes de los españoles y morir estoicamente después, fiel a sus ideas. Sin embargo, su nombre ni los de Guamá y Guayucayex ocupan el sitio digno que merecen por su lucha y martirologio. Incluirlos en el panteón de los héroes americanos es un honor que nos honra. Es ridículo soslayar o restar valor a sus hazañas.
Los hechos de la bahía de Guanima -hoy de Matanzas-; la lúcida visión de Hatuey; la rebeldía de Guamá, y otras luchas de aquella época, victoriosas o no, muestran un ideal de sacrificio y una clara distinción entre muerte digna y servidumbre humillante. Nuestros aborígenes eran pacíficos y hospitalarios, pero no cobardes.