Vol. 2 Nro. 22 (2013)

LO ESTÉTICO EN LA MÚSICA. UNA MIRADA DESDE LA SENSIBILIDAD MARTIANA

AESTHETICS IN MUSIC. A LOOK FROM MARTÍ´S SENSIBILITY FOR THIS ART

Bárbara M. García Vázquez1

RESUMEN:

En este trabajo se hacen algunas consideraciones acerca de lo estético en la música a partir del concepto de estética y se tienen en cuenta compositores musicales de la cultura universal y cubana mencionados por Martí en los diversos trabajos realizados, donde en algunos casos, hace una breve caracterización de ellos y de sus obras, muestra de su conocimiento y sensibilidad artística. Se recoge parte de la vida y obra del compositor alemán Giacomo Meyerbeer elogiado grandemente por Martí.

Palabras claves:Estética, Música, Compositores, Sensibilidad, José Martí

ABSTRACT:

The paper establishes some considerations on the aesthetic component in music out of the concept of aesthetics, and having into account music composers from universal and Cuban culture mentioned by José Martí in many of his works; in some of which he makes a brief characterization of the authors and the works, showing his knowledge about arts and his artistic sensibility. The paper covers part of the life and works of the German composer Giacomo.

Keywords:Aesthetics, Music, Composers, Sensibility, Jose Marti

INTRODUCCIÓN

Desde el punto de vista filosófico la Estética es la ciencia que se ocupa de estudiar las regularidades generales de la asimilación estética del mundo por el hombre, sobre la esencia y la forma de creación, según las leyes de la belleza. La educación estética está dirigida a la creación y desarrollo de una actitud estética, lo que permite la comprensión, apreciación y creación de la belleza en la realidad y en el arte.

La principal vía de la educación estética es la educación artística con sus diversas manifestaciones, la cual desarrolla varias capacidades y posibilita la destreza para enjuiciar valores estéticos de la obra artística.

Tiene entre sus objetivos garantizar la formación ético-estética de los educandos, preparándolos para que comprendan, aprecien, sientan y hagan arte.

La educación musical contribuye al desarrollo general de los niños, adolescentes y jóvenes, desarrolla sus sentimientos, su forma de comportarse, de escuchar, de analizar, de desenvolverse en el mundo que lo rodea y permite la formación de oyentes cultos.

El contenido de este trabajo es útil para abordarlo en los diferentes programas docentes cuando se trabaja lo referido a las posibilidades expresivas de la música y su influencia en el gusto y sensibilidad, así como en el tema de música de concierto universal y cubana donde se podrá tener en cuenta lo referido a compositores, muchos de ellos poco conocidos como Meyerbeer y sus obras.

DESARROLLO

Lo estético en la música, está dado por la propia belleza de las distintas sonoridades, según la combinación vocal o instrumental que el compositor cree, también por la calidad artística y técnica de la interpretación de las obras musicales y por la pureza en la producción del sonido.

Algunas obras musicales reflejan también de forma descriptiva, la belleza de la naturaleza, L V Beethoven (1770-1827) en la Sinfonía No 6 conocida como la Pastoral, destaca las características de la naturaleza.

Saint-Saens ha definido la música diciendo que es algo que atraviesa el oído como una puerta, la mente como un vestíbulo y que continúa más lejos, debemos, por tanto, llevar a su audición las tres atenciones siguientes: la sensual del oído, la estética de la mente, de la inteligencia, y la expresiva de la emoción.

La belleza en José Martí se manifiesta como una condición necesaria, como lo es para la humanidad, que incluye entre otros aspectos, el goce del hombre por la manifestación libre de sus aptitudes y fuerzas creadoras, así como por la belleza de los productos obtenidos en virtud de la actividad creadora de los seres humanos en todas las esferas de la vida social y personal, todo esto rebasa los marcos de lo bello, para proyectarse al mundo de lo sensible.

Al hombre también se le educa para la vida por medio del cultivo de la sensibilidad, la que debe estar unida a la formación del gusto, el ideal estético o el desarrollo de la capacidad de creación de la personalidad, sensibilidad que Carlos Marx asoció al desarrollo de los sentidos humanos, un oído musical, un ojo sensible a la belleza de las formas, los sentidos, capaces de goces humanos.

Orlando Martínez en su artículo “Pasión de la música en Martí” plantea varias ideas relacionadas con el conocimiento, respeto y sensibilidad del héroe nacional cubano por este arte:

¨No es posible y mucho menos necesario hallar en Martí un crítico musical de primera categoría ni un hombre profundamente avezado en el arte de los sonidos sería ilógico y hasta inocente exigirle esas cualidades. Dos cosas sin embargo no pueden negarse, a menos que de Martí se tenga un conocimiento somero demasiado unilateral: su amor a la música y el no haber incurrido nunca en un dislate cuando de ella se habló. Algún que otro juicio suyo en esa materia puede ser débil pero, bastará con leer dos o tres de sus crónicas para comprobar su conocimiento acerca de ese arte y entendió de él mucho más que algunos estudiosos obtusos y altaneros que le niegan esa capacidad espiritual y esa devoción estética¨. (Martínez, 1953, p. 18)

El conocimiento de los grandes compositores estuvo condicionado en Martí por la oportunidad de escuchar a muchos de ellos. De acuerdo con su propósito de cronista de la realidad de su época, menciona cierta cantidad de compositores famosos. Generalmente se trata de caracterizaciones muy breves, pero certeras (el “penetrante” Verdi, el “melífluo” Bellini, el “dificilísimo Mozart”, el poderoso instrumentista Meyerbeer).

En otro momento expresa que “la música ha de crear como en Handel, ha de gemir, como en Verdi, ha de pintar como en Mendelssohn” y la califica de conjunto con Haydn, Spohr, de descripción, con Reinecke y Wiel, de aire, y juguete con Mercadante y Cimarosa. Estima, debe destacarse la ¨majestad de Lizt, el ¨color´´ de Saint-Sains y la ¨Peritud y misterio¨ de Shumann.

Es muy probable que, como en otros muchos campos, Martí fuera afinando y madurando sus gustos musicales a través del tiempo, máxime viviendo en una ciudad como Nueva York. Un análisis de sus escritos en esta época (crónicas, cartas, notas en diarios), en el que reseñó o comentó vivamente acerca de varios temas musicales, bien pudiera corroborarlo. No debe quedar al margen, tampoco, su cercana amistad y posible conversaciones con el cubano Emilio Agramante, director de la Escuela de ópera y oratorio, a quien Martí dedicó dos artículos en su periódico Patria (1802-1893) que demuestran su fina sensibilidad y no escasos conocimientos musicales.(Martí.1992 tomo7. p165).

En las notas de su cuaderno de apuntes, posiblemente escrito en noviembre de 1879 y texto martiano que más viso tiene de crítica musical, específicamente referidos al canto lírico, habla acerca de la representación cantada en italiano de la ópera francesa La africana de Meyerbeer en el teatro Real de Madrid.

Acerca de esta obra lírica Martí dice: ¨ Maravillosa música la del 4to acto y el trozo más importante y perfecto de música que se conoce. No es bien estimada porque no puede ser fácilmente interpretada¨ (Martí, 1992, O.C tomo 7, p.167).

Hace breves y certeros análisis de las cualidades vocales e interpretativas de algunos de los intérpretes: el tenor español Gayarre, el barítono J. Lasalle y la soprano Josephine Rettzké.

En cuanto a Meyerbeer plantea: ¨Luego de estudiar y comparar, tengo a Meyerbeer por Miguel Ángel y Shakespeare en la música. Genio de la fuerza, en la riña, en el odio, en la ternura. A una nube preñada de rayos voló el final del 3er acto, aquel incendio del buque ¿No es tal vez el 4to acto de La africana, el trozo más importante y perfecto de la música que se conoce?¨(Martí:1992. p. 167).

Curiosamente este alemán que recibió la influencia de Rossini y después consiguió en París los más arquetípicos ejemplos de la gran ópera francesa, para algunos fue antecedente directo del propio Wagner.

Tiene Martí opinión casi exaltada acerca del autor de La africana, Giacomo Meyerbeer, a quien prodiga alabanzas de excepción, como las que tal vez nunca este recibiera en vida o después de fallecido. El verdadero nombre es Jacob Liedman Beer, hebreo de familia acaudalada, es característico que haya italianizado su nombre.

Hay de cierto en el decir de Martí que las partituras de Meyerbeer no son fácilmente interpretadas, razón por la que él entiende que el compositor no es bien estimado.

Para quienes han escuchado O Paradis, precisamente del 4to acto de La africana, cantada por un tenor más reciente, de la eminencia del sueco Jussi Bjonling, podemos comprender la emoción de Martí cuando escuchó la propia aria interpretada por un tenor como Gayarre.

Al escuchar la ópera Devorad, Martí dice que Meyerbeer le merece una descripción mucho más mesurada y exacta que cuando escuchó La africana en 1879 ¨Poderoso instrumentista¨ se limita a decirle, lo cual alude a su pasión por la forma, es lo que ya entonces afirmaban los críticos del autor hasta el día de hoy .Pero es clave que a poco más de dos años de haber visto La africana, Martí había evolucionado en su apreciación y matizado su inicial acogida de Meyerbeer, hasta tenerlo como uno más entre los grandes compositores de su tiempo.

Giacomo Meyerbeer nació en 1791 en Berlín en el hogar de unos acomodados judíos alemanes. Durante su carrera mostró una ductilidad notable en sus composiciones concebidas para los gustos de los públicos a que iban dirigidas. Hay que tener en cuenta que dedicó gran parte de su vida profesional a componer en varios países Italia, Francia y Alemania, y se dice que sus obras de una y otra época se distinguen claramente entre sí.

En 1815 se trasladó a Venecia donde adoptó el estilo melódico del compositor italiano Rossini, posteriormente se trasladó a París para estudiar la ópera francesa, que se distinguía de la italiana por la grandiosidad de la puesta en escena y los ballets incluidos como interludios entre los actos y por la mayor utilización de la música coral e instrumental en lugar de arias y solistas. Los temas también eran más cultos, por lo general de tipo histórico. Compositor de gran dramatismo que influyó en su compatriota Richard Wagner, considerado la figura más sobresaliente de la gran ópera francesa posterior a 1831.

En sus últimos años asociado al libretista Eugene Seribe, Meyerbeer compuso 6 óperas francesas entre las que se destacan Robert le diable (1831), Los Huquenotos (1865), que le valieron su consagración y la de este género en Europa.

Entre los compositores que Martí menciona en sus obras están: Chaikosky, Beethoven, Handel, Bach, Dvorak, Wagner, Berlioz, Branhms, Shubert, Liszt, Gourod, Bellini, Verdi, Rossini, Bizet, en este último mencionado hay que destacar la ópera Carmen de audaz realismo devenido signo de liberación sexual de la mujer, el peso del nombre de la madre de María, Carmen se llamaba la esposa y una hermana.

Otros de los compositores mencionados son: Albertini ,Haydn ,Mozart, Weber, Verdi, Mendelssohn, Shubert, Cimarosa, Paganini, Sportini, Spohr, Rubenstein, Donizetti, Golkchalk, Bottisinie, Arditi, Pergolesi, Salieri, Paisello, Piccinni, Massenet, Mercadante, Morlacelie, Generali, Vaccai, Botttesini, Bellini, Weil, Reinecke, Saint Sains y los cubanos: José White, Emilio Agramante, Nicolás Ruiz Espadero e Ignacio Cervantes.

En 1866, cuando Martí contaba con 13 años y frecuentaba el escenario del teatro Tacón en La Habana, regresó a Cuba la diva italiana Gazzaniga. En ese ilustre teatro se presentó Saffo de PacIne, Lucrecia de Donizetti, La favorita de Bellini, La Traviata, de Verdi y la Africana de Meyerbeer.

Falta constancia documental pero hay que concluir que es muy probable que Martí aguzaba su sensibilidad y curiosidad y que, guiado por su preceptor Rafael María de Mendive, haya presenciado desde algún rincón detrás del escenario, sobrecogido de emoción a alguna o todas esas inolvidables representaciones operísticas. Más tarde en España, México, Guatemala y sobre todo durante su prolongada estancia en Nueva York, estuvo presente en cuanto espectáculo operístico y concierto le fue posible y qué buena toda esa experiencia, como dijera Cintio Vitier: “no solo oyó y disfrutó la música en la sala de concierto, en la velada patriótica o en los talleres de la emigración o en la ópera sino en la naturaleza, el mar y el bosque” (Vitier, 1972, p. 373); como aparece en su Diario de Montecristi a Cabo Haitiano “Silba el grillo, el lagarto quiquiquea” (Martí, 1895, p.192) o como dice el final del artículo: José Martí y la ópera italiana de Diana y Rodolfo Sarracino:

Quizás Martí, en la plenitud de la gloria, hallara música en el estruendo de las armas, las descargas de fusilería, las agudas llamadas del clarín y los profundos graves de la artillería, en el último acto de una obra que concibió para sí en el parto doloroso de una nación americana. (Sarracino, 2001, p. 211).

El Ministerio de Educación en Cuba situó la Educación Artística como asignatura hace más de 30 años; entre cuyos objetivos está: Enseñar a apreciar y sentir satisfacción ante todo lo bello. Formar hombres y mujeres sensibles ante el hecho cultural, hacedores también de sus propias creaciones artísticas.

La educación musical constituye uno de los ejes fundamentales de la formación integral del individuo, por su importancia en el desarrollo de la sensibilidad y la capacidad creativa. Ayuda al sujeto a canalizar sus emociones a través de la expresión musical, puede orientar hacia el desarrollo de una actitud crítica ante la música, teniendo como base la comprensión, apreciación, valoración y creación de la belleza en esta, como resultado de los conocimientos artísticos adquiridos, donde la preparación suficiente facilitará que sea adecuada esa apreciación y valoración que llevará a la creación.

Se deben planificar actividades que propicien la formación del gusto musical y la sensibilidad. Es clave en esto fundamentalmente el trabajo con los tipos de audiciones, según las variantes dadas por Paula Sánchez y Xiomara Morales donde reconocen a la referida con el nivel de sensibilidad de la persona y plantean que “está encaminada a establecer comunicación directa con la música o hecho sonoro, sin valoraciones técnico-musicales. Este tipo de audición contribuye notablemente al desarrollo de la habilidad de escuchar de forma tal que el alumno llegue a sentir apetencia de escuchar buena música”. (Sánchez y Morales, 2000, p.62).

Razón tiene Aaron Copland quien plantea: ¨El modo más sencillo de escuchar la música es escuchar por el puro placer que produce el sonido musical. Ese es el plano sensual¨ (Copland, 1974, p.25). He ahí uno de los aspectos esenciales para el desarrollo de la sensibilidad y gusto musical, de acuerdo con la edad del alumno-oyente, su preparación musical, interés y vivencias.

Se considera en ese artículo que se llega a una acertada creación-improvisación musical en la medida en que la persona sea más sensible ante el hecho sonoro y se encuentre preparado para percibir la belleza.

El educador musical debe conocer acerca de cómo actúan las sensaciones y las percepciones. Las primeras, el reflejo de las cualidades aisladas de los objetos que actúan directamente sobre los órganos de los sentidos, lo que se origina a partir del accionar de un estímulo sobre los órganos receptores. Sin embargo, cuando hablamos de percepciones nos referimos al reflejo de las cualidades integradas y partes de los objetos y fenómenos de la realidad sobre los órganos de los sentidos. La percepción reflejo del mundo real, es el resultado de una compleja actividad analítico-sintética del cerebro, un conocimiento sensible de grado más alto de las sensaciones. (Morriña, 2007, p. 33).

Al conocer estas particularidades de la sensación y la percepción, el educador pondrá al alumno en contacto con objetos y medios que propicien movilizar sus sensaciones, por ejemplo, es conveniente llevar discos de música donde puedan ver el diseño de este; estar en contacto con su textura, también los libros, partituras y documentos, que por su diseño y hasta olor, propicien despertar el interés por indagar acerca de ellos, sin sustituir lo esencial que es escuchar música. Toda esa preparación e información ayuda a movilizar la sensibilidad de los alumnos, contribuyendo al desarrollo de una apreciación más completa.

En los programas de Educación Artística de las diferentes especialidades de la Licenciatura en Educación, así como en aquellos elaborados para las Escuelas de Instructores de Arte y Secundaria Básica se aborda, además de las actividades relacionadas con el entorno sonoro, su aprehensión, interiorización y expresión, lo relacionado con el arte universal; haciendo referencia a los períodos estilísticos, dentro de ellos la música universal.

Como parte del contenido indicado para los referidos programas se sugiere enfatizar en el arte del siglo XIX donde reina el Romanticismo como estilo y que encontró en la música su expresión más viva y dentro de esta la ópera, insuficientemente trabajada. En el tratamiento de estos contenidos el profesor puede tomar como referencia el argumento de la obra “La africana”, apreciada por Martí. Para ello se podrá orientar la búsqueda de información por diferentes vías, así como crear las condiciones para ver y escuchar, esta y otras óperas.

Como otro elemento recurrente para el tratamiento de este contenido se reconoce el hecho de que Martí hiciera referencia en su obra a compositores cubanos con los que simpatizó, esto hay que mencionarlo en las clases de Educación Artística de 7mo grado, teniendo en cuenta además que, músicos como Ignacio Cervantes dieron su aporte a la causa de la independencia de Cuba.

CONCLUSIONES

Es responsabilidad de los educadores musicales, buscar las vías para incidir en los educandos, no solo en lo cognitivo, sino en lo afectivo, para lograr la sensibilidad artístico-musical y que todas sus experiencias y vivencias se reflejen en su conducta.

Martí fue adquiriendo conocimiento sobre el arte musical durante toda su vida, avalado por su alta estima a dicho arte. En tal sentido, es acertado valorar la vida y obra de compositores, universales y cubanos, admirados por Martí, como parte de los diferentes programas de Educación Artística para dar cumplimiento a uno de sus propósitos, el logro de una mayor sensibilidad artística.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Seijas, Carmen Rosa (2001). Educación Artística I. La Habana: Pueblo y Educación. Microsoft Encarta (2009).DVD Microsoft Corporación.