Vol. 2 Nro. 34 (2016) abril – junio págs.[138-154]

Alfabetización de los trabajadores en el Chile de la U.P. diálogos con la Cuba revolucionaria

Literacy instruction with workers in the Popular Union government of Chile: dialogues with the Cuban revolution

Jessica Visotsky1
jessicavisotsky@yahoo.com.ar
Regina Agramonte Rosell2
regina@ceniai.inf.cu
Richard Yañez Silva3
damiandemacondo@gmail.com

RESUMEN:

El trabajo constituye una mirada realizada desde el presente a la experiencia de Alfabetización realizada durante la Unidad Popular, el Programa de Educación de los Trabajadores, por compañeros de Chile, Argentina y Cuba. Este trabajo que resulta de un libro homenaje que se está editando ha dado como resultado una nueva síntesis, el pensarse a sí mismos. Este trabajo se enmarca en una línea de investigación militante que tiene como objetivo indagar en los proyectos político-pedagógicos en educación de adultos y los procesos emancipatorios en nuestra América desde 1959 al presente.

Palabras clave: Emancipación-Educación de Adultos– Proyectos político-pedagógicos- Educación Popular.

ABSTRACT:

This paper presents a look from the present to the experience of literacy conducted during the Popular Unity –Chile-, the program Education of Workers, by colleagues from Chile, Argentina, Cuba, and Brazil. This work is a tribute book being edited and has resulted in a new synthesis, thinking on themselves. This work is part of a line of militant research that aims to investigate the pedagogical and political projects in adult education and the emancipatory processes in our America from 1959 to the present.

Keywords:Emancipation-Adult Education-political-pedagogical projects–Popular Education.

INTRODUCCIÓN

Entendemos que es preciso aportar en Historia de la Educación así como en el campo de la Educación de Adultos, en el estudio e investigación acerca de la acumulación de experiencias educativas gestadas al calor de los procesos emancipatorios en el continente, sobre todo desde el hito develador que constituye la Campaña cubana de alfabetización en adelante. Adoptamos la categoría “emancipación” para pensar estas experiencias, entendiéndola como instancia superadora de las independencias políticas, entendiendo que tales procesos para resultar de carácter emancipatorio deben impactar en distintas áreas de la vida social, cultural, ética, superando la noción de mera independencia política.

Arturo Roig (2007) – aunque estas reflexiones en torno a la emancipación están siendo desarrolladas también por Hugo Biagini (2007), Enrique Dussel (2009)- establece la diferencia entre emancipación e independencia señalando que:

Los conceptos de ‘independencia’ y ‘emancipación’ (…) logramos ser independientes de un poder como fue el metropolitano español o el portugués, pero bien pronto descubrimos que no estábamos emancipados respecto de prácticas sociales y políticas heredadas de aquellos regímenes, hecho que restaba alcance y efectividad a la independencia alcanzada (2007, p. 43).

Para Roig, el concepto de “Segunda Independencia” deviene en una categoría entendida también como “emancipación mental”. “Emancipación”, nos remite a conceptualizar el problema de las relaciones coloniales, problema de larga tradición en el continente, desde las primeras rebeliones en Haití. Contamos con los esfuerzos intelectuales y políticos de los chilenos Francisco Bilbao y José Victorino Lastarría, que “si bien abogan por la des-hispanización colonial de América, también lo hacen por la consideración y la inclusión política de las clases marginadas de toda decisión y de toda contención “civilizada”. (Liendo, 2012, p. 117).

Es posible recuperar para nuestros procesos políticos la noción de “segunda independencia” de Arturo Roig “como descentramiento discursivo descolonizador respecto de una tradición filosófica occidentalmente centrada”. (Liendo, 2012, p.117).

Abordaremos en adelante a la educación de adultos y los procesos políticos situándolos en el marco de estas concepciones de emancipación.

DESARROLLO

La experiencia chilena. A 40 años, caminar hacia adelante con el horizonte hacia atrás …

En nuestras manos tenemos un tesoro guardado muy cuidadosamente por un gran maestro y amigo, que atravesara la cordillera hacia la Argentina en aquél doloroso año 1973, siguiendo el camino de tantos y tantos otros exiliados económicos de décadas anteriores. Eduardo Palma Moreno fue uno de los tantos educadores militantes, educadores revolucionarios de aquellos años en el Chile de la Unidad Popular que nos ha legado este material que tenemos el enorme privilegio de compartir.

La Escuela Nacional Unificada: una nueva educación para una nueva sociedad.

El Chile de la Unidad Popular y del Gobierno del Dr. Salvador Allende, es un modelo en construcción, una gran obra en que los albañiles serían el propio pueblo. Los cambios que se proyectaban, implicaban un proceso de democratización que requería de urgente transformaciones culturales. El proceso de reforma educativa fue un proceso que generó un gran debate que se intensificó entre los años 1971 y 1973. Se organizan encuentros comunales, provinciales, regionales y nacionales con la intención de generar un espacio abierto a los diversos sectores en el diseño de una nueva educación en Chile. Un contexto social y político que fue conducido por un gobierno que se trazó un recorrido por donde irían las trasformaciones educativas en las tareas socialistas que propiciaba la Unidad Popular.

En este proceso de “democratización”, tras el Mensaje Presidencial del 21 de Mayo de 1972, el gobierno plantea los ejes por donde irán los cambios a nivel educativo:

  1. Alcanzar la igualdad de oportunidades para la incorporación y permanencia en el sistema nacional de educación a todos los niños y jóvenes y atender las necesidades culturales y educacionales de la comunidad.
  2. Favorecer el pleno desarrollo de las capacidades y singularidades humanas y de integración social, fundamentándose su proceso en las orientaciones y contenidos de la nueva educación chilena.
  3. Constituir un sistema regulador unificado, ligado estrechamente al desarrollo económico, social y cultural del país, a través de una nueva organización escolar.
  4. Descentralizar a nivel local, provincial y regional las funciones técnicas, administrativas, presupuestarias y las inherentes a todas las implementaciones materiales, asistenciales y de equipamiento de proceso educativo.
  5. Garantizar a los trabajadores de la educación las mejores condiciones sociales, profesionales y funcionarias compatible con la política económica y educacional del Gobierno y con el ritmo de desarrollo nacional.
  6. Promover la participación democrática, directa y responsable, de todos los trabajadores de la educación y de la comunidad en la transformación del sistema educacional (Nuñez, 2003, p.43).

La cobertura educativa se incrementa en todos los niveles sin precedentes, el nivel parvulario, básico, medio y superior registra un aumento explosivo de matrículas. Más de medio millón de personas ingresan al sistema educativo nacional. El ingreso de trabajadores a los centros educativos fortalece la educación formal de adultos, la que se amplía y diversifica. La matrícula en 1970 fue de 52.300 alumnos en la educación básica y de 46.539 en la educación media. En 1973, la matrícula alcanzó a 58.335 alumnos en básica y en 60.064 en secundaria (Nuñez, 2003).A nivel curricular las transformaciones iban a la par con los procesos de reorganización y reforma, los textos que se trabajaban en los establecimientos seguían siendo los mismos que habían sido aprobados en el gobierno anterior, tras una reforma iniciada en 1965. Con gestos claros, en 1971, el Gobierno de la Unidad Popular, delega la responsabilidad de conducir los procesos de reforma educativa a dirigentes del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación, los que inician una tarea maratónica para dirigir los esfuerzos en función del proyecto de Escuela Nacional Unificada (ENU).

Tras un análisis crítico sobre la educación chilena, hecho en cada escuela del país durante el año, entre los días 13 y 16 de diciembre, tuvo lugar en Santiago el Congreso Nacional de Educación. Este fue un acontecimiento altamente significativo. Por primera vez un gobierno chileno hacía posible que una amplia reunión representativa, no solo de los docentes sino de otros sectores como los estudiantes, padres de familia, trabajadores, vecinos, etc., de diversas tendencia ideológicas, propusiesen las línea fundamentales de una política educacional (Nuñez, 2003). Las resoluciones del Congreso Nacional de Educación, sirvieron al ministerio para poner marcha a dos de sus intentos de cambios radicales en educación:

Instauración de la Escuela Nacional Unificada y la dictación de llamado Decreto de Democratización.

A pesar de aquello, con la intención de que fuese una reforma pluralista y democrática, la ENU quedó postergada. El derrocamiento del Gobierno del Presidente Salvador Allende terminó por liquidar esta reforma.

Para la educación de adultos se implementó en 1971 el Programa de Educación de los Trabajadores, del cual hemos rescatado un ejemplar del libro-cartilla que se empleó, editado por el Ministerio de Educación Pública de Chile y realizado por Espina Reyes, Arevalo Vilugron, Rubilar Seguel y Severino Mauna, denominado “Sugerencias para la alfabetización, Programa de Educación de los Trabajadores”, editado por la editorial en aquél momento estatal, Quimantú (Espina y otros, 1971).

Adentrándonos en el libro “Sugerencias para la Alfabetización”

El cuadernillo “Sugerencias para la Alfabetización” (Espina y otros, 1971) recupera la perspectiva freireana, en el mismo se parte del método psicosocial sin dejar de hacer las críticas a cierta ingenuidad en la concepción de la concientización en Freire. Plantean temas generadores y una propuesta de trabajo en torno a Centros de Cultura popular que serían los espacios territoriales donde se impartiría la enseñanza para adultos y se generarían los procesos que acompañen a dicha alfabetización. Las palabras generadoras planteadas eran planteadas como codificaciones, con propuestas de reflexión que acompañaban a dichas palabras generadoras de debate y discusión, las mismas eran: leche, casa, camisa, voto, teléfono, embarazo, enfermo, compañero, cesante, hogar, sindicato, salario, gobierno, educación, máquina, calle, desayuno, juventud, guitarra, tierra, cobre, teatro.

Algunas reflexiones

Acerca de la clase …

Este texto elaborado para la alfabetización de trabajadores desde la misma denominación del programa nos devela una perspectiva clasista respecto de la educación del pueblo. Frente al eufemístico “educación de adultos” (Brusilovsky, 1996); (Rodríguez, 1996) difundido por las agencias y estados a partir de la postguerra, estamos aquí ante un programa de educación que remite a un destinatario colectivo definido a partir de su condición de clase.

La “educación de adultos” y la “educación popular” emergen como tendencias contradictorias, la primera asimiló experiencias de organización de los trabajadores, se cimentó sobre las cenizas de aquellas prácticas (Brandao,1993); en el caso chileno estamos ante una propuesta que, lejos de desconocer pero tampoco asimilar negando a los sujetos, resulta gestada desde el Estado – es una política gubernamental- , pero recupera las praxis de los trabajadores, a partir de la organización misma de la modalidad de cursado (los Comité de Cultura, reconociendo la tradición de organización territorial de los/las trabajadores/as y de los/las pobladores/as en Chile) así como por el contenido también clasista en las propuestas. Pero no sólo el nombre, la misma existencia de este libro, y este programa nos hablan de un proceso que devela la relevancia que dio la Unidad Popular a la educación del pueblo, de los hombres y mujeres que hacen la historia, quienes día a día trabajan, se esfuerzan y luchan por un futuro mejor… al decir de Antonio Gramsci. Es la primera iniciativa en educación, en el marco de la Escuela Nacional Unificada que asume el gobierno de la Unidad Popular. Semejante al proceso cubano: lo primero, destinar todos los esfuerzos a la alfabetización.

Este libro nos habla de sujetos concretos a quién estaría dirigido el material, en el primer párrafo de su explicación nos habla de los mineros del carbón, de los obreros textiles de Tomé, de la empresa “Purina”, etc. (Cuadernillo; p.7) y agrega: “La participación de los trabajadores en las decisiones gubernamentales implica el conocimiento de los problemas y reflexión sobre ellos” (Cuadernillo; p.7).La concepción de analfabetismo también arraiga en una perspectiva de clase, no hay una conceptualización ingenua del mismo, sino una lectura crítica del mismo.

“Todo el pueblo discute la aceleración de la reforma agraria, la estatización de los bancos, la nacionalización del cobre y demás riquezas básicas y participa en el estudio de todos los grandes problemas de Chile” (Cuadernillo; p.7)

En este material hay una concepción de trabajo como actividad creadora así como una concepción del hombre como históricamente situado. En este escrito – devenido en herramienta política de una clase- el planteo marxista de la “clase en sí", la clase al servicio de sus propios intereses es central para comprender el sentido mismo de la obra.

Las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, unos intereses comunes. Así, esta masa constituye ya una clase enfrente del capital (en sí misma, es decir: una clase ‘en sí’), pero no los es todavía para ella misma. En la lucha (...), esta masa se une, se constituye en clase para sí misma. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase (Marx,1984,p. 187)

El humanismo proletario y la naturaleza…

Encabezamos este apartado citando a Aníbal Ponce en su obra “Humanismo Burgués, humanismo proletario” (Ponce; 2001), para dar cuenta de una categoría que a nuestro juicio atraviesa el libro. Este texto da cuenta de una concepción de sujeto a partir de una perspectiva profundamente humanista. La moral, la formación y educación de los hombres y mujeres para conformar una sociedad que valore y en la que se cuide la vida, las relaciones sociales, por sobre el valor del mercado y el capital, son centrales.

Ese humanismo puede observarse en “Sugerencias…”, tal como lo hallamos en el pensamiento y acción del Che. Esta concepción del “hombre nuevo” que se menciona en el texto es la concepción guevarista, que entendía que la Revolución no es únicamente una transformación de las estructuras sociales, de las instituciones del régimen sino que es ante todo una profunda y radical transformación de los hombres, de la conciencia. El humanismo que hallamos en este texto, “Sugerencias…”, moderno por momentos al extremo, donde la centralidad del hombre que pone a su servicio a la naturaleza es uno de los legados que nos ha dejado la modernidad. El propio extractivismo que hoy en día estamos poniendo en cuestión desde los diferentes movimientos y organizaciones políticas en nuestra América es parte de esta lógica. El mismo Fidel Castro, pero también intelectuales y corrientes académicas como lo es el ecosocialismo, están planteando la necesidad de revisar el paradigma de la modernidad, cuyo principal responsable es el capitalismo como modo de producción.

El método: discutir sobre los problemas

El planteo de la creación de comités de cultura (Cuadernillo; p.22) es de una importancia central. La propuesta contiene como principal planteo metodológico el “discutir valientemente sobre su problemática” Se plantea que la “palabra generadora” es un método “antiguo pero eficaz”, la resignifican e inscriben en una propuesta dialéctica.

Diálogos con la Cuba revolucionaria: Alfabetizar desde y para la libertad.

Era un día soleado típico del Caribe. Trabajadores, estudiantes de todos los niveles de enseñanza, maestros y profesores, familias enteras unidas a lo largo de las calles principales desde el aeropuerto de La Habana en una fila que a los ojos de niños y niñas, parecía no tener fin. Los adultos repetían una y otra vez “Allende, Allende Cuba te defiende!” Los más pequeños entonces no entendíamos de qué ni de quiénes había que defender a ese hombre y a su pueblo pero el vigor revolucionario era tan contagioso que se sumaban las voces infantiles a las de los adultos en entusiasmo febril. De repente comenzaron a pasar muchos autos y en uno de ellos dos hombres de pié, el líder histórico de la Revolución Cubana acompañado de un señor con espejuelos grandes y una sonrisa amplia y nos saludaba a todos como si nos conociera desde hacía mucho tiempo, era Salvador Allende. La prensa reflejaba cada detalle y en las escuelas se daban reportes diarios de su actividad. Fueron días de visitas a lugares de interés y no pocos cubanos pudieron estrechar su mano y conversar con él. Un encuentro pueblo a pueblo, inolvidable, corto pero intenso.

Al buscar en la memoria de la niña que fui solo puedo enlazar la vivencia anterior con otra no tan feliz. Volvíamos a la escuela y como era habitual dedicábamos unos minutos al matutino donde informaban las principales noticias del acontecer nacional e internacional. Había muerto Allende. Un minuto de silencio, solo un minuto, largo, eterno, que enfrió los corazones y ensordeció nuestros oídos por la tristeza.

¿Cómo era posible que muriera el hombre que presidió el Gobierno de la Unidad Popular, que con su pueblo transformó una democracia formal en real, con la participación de todos los sectores en la solución de los problemas de la nación? Y la alfabetización fue una de las tareas apremiantes para contribuir a la construcción de una patria nueva. No era posible para el pueblo chileno involucrarse en el nuevo proyecto político sin estar alfabetizados, no era posible aportar desde sus prácticas sin cultura general, sin cultura política, sin cultura jurídica. El mundo observaba con atención la puesta en marcha de un programa de educación de los trabajadores. Cuba transmitió su experiencia al ser consultada y saludó con alegría el esfuerzo del pueblo chileno convencida de la vigencia del ideario martiano:“Ser cultos es el único modo de ser libre.” (Martí, 1963, T. VIII. p.289).

Han transcurrido cuarenta años de la muerte de Allende y el fantasma del analfabetismo y el desamparo es rey en el desequilibrio de este mundo. Los convencidos de que un nuevo orden es posible, de que se puede alcanzar la justicia social continúan esforzándose por esa meta.

Constituye un reto y una alta responsabilidad aceptar la invitación de escribir sobre la alfabetización en Cuba para la nueva edición del libro “Sugerencias para la alfabetización”, de autores chilenos. No obstante me apresuro, digo sí, me convoca el compromiso y la lealtad a una de las epopeyas más significativas en la historia del pueblo cubano.

La miseria y la incultura acumulada varios siglos en Cuba, vieron su fin tras el triunfo popular del 1ero de enero de 1959. La campaña de alfabetización ocupa un lugar destacado en el cambio del imaginario popular y en los modos de pensar y actuar los cubanos. Fue un proceso emancipador desde y para la libertad, por la que aún hoy habrá que darlo todo y no será suficiente. Ha transcurrido más de medio siglo pero la vigencia del camino recorrido, la importancia política-social de esta experiencia, la ha puesto a disposición de todos los pueblos que la necesiten.

Desde el inicio de la conquista en 1492 hasta finales del siglo XIX Cuba fue colonia española y las luchas por la libertad eran llevadas a cabo por el Ejército Libertador constituido por soldados analfabetos o seminalfabetos. La historia recoge diferentes ejemplos por dedicar tiempo a clases de lectura en el campo de batalla durante los ratos de descanso. En tal sentido llega hasta nuestros días el legado de Rafael Morales González, “Moralito”, quien creó una cartilla por el método silábico, repartía las lecciones entre los patriotas utilizando una veces hojas de papel y en otras ocasiones la yagua del monte; transmitiendo a los soldados la necesidad de aprender a leer ya escribir como condición previa para el ascenso. Fue así que el 10 de abril de 1871 se funda una escuela en los escenarios de la manigua redentora (Vidal, 1904).

Sin embargo, el pueblo cubano no pudo disfrutar la victoria contra el ejército español, esta le fue arrebatada por la intervención de EUA.

Una vez en el poder el gobierno interventor creó escuelas públicas pero con objetivos neocolonizadores, con precarias condiciones, dándosele preponderancia a las escuelas privadas sobretodo norteamericanas con el objetivo de ir fomentando en la clase media y alta una formación académica que permitiese la asimilación del modo de vida y la cultura de los Estados Unidos de América (EUA). A este gobierno no le interesó desarrollar un plan para eliminar el analfabetismo. Este escenario se mantuvo durante toda la república neocolonial.

A la altura de 1953 Fidel Castro en su autodefensa en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada caracteriza la difícil situación del país de la siguiente manera:

El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concentrados los 6 puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política. (Castro, 1973, p. 29).

La acción del Moncada fue un fracaso militar, sin embargo ha quedado en la historia de Cuba como una victoria política por su contribución al despertar de la conciencia nacional, porque a partir de ese hecho histórico el pueblo se organizó mejor para acabar con los males de aquella sociedad. Llegada la etapa de la lucha insurreccional en los terrenos de la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde dedicó tiempo a la alfabetización de la tropa y en los momentos de descanso estimuló la superación y la lectura en los que ya sabían leer y escribir, así mismo en los territorios liberados se crearon escuelas para los campesinos de la zona donde daban clase los guerrilleros.

Una vez en el poder el gobierno revolucionario se da a la tarea de cumplir el programa mínimo del Moncada, la tarea fue ardua, se heredaba un sistema político social injusto donde solo la mitad de los niños y niñas de en edad escolar asistía a las escuelas, ubicas en su gran mayoría en lugares de difícil acceso. Solo existían 17 000 aulas de las 35 000 que se precisaban. Se necesitaba un cambio radical, una revolución cultural que permitiera la implicación consiente de todas y todos los cubanos. Se promulgó la ley de Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959, se fundó el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) encargado de ejecutarla. El Departamento de Asistencia Técnica, Material y Cultura de ayuda al Campesinado fue un baluarte en las labores de alfabetización. Además se tomaron otras medidas inmediatas en materia de educación.

Se plantearon tareas indispensables para consolidar los cambios hechos y garantizar la calificación adecuada de los cuadros y el personal necesario con que emprender el desarrollo del país en todos los órdenes. Se dictaron resoluciones por parte del Ministerio de Educación para establecer las bases de las tareas de alfabetización, entre ellas la 08056, de enero de 1959, que indicaba la creación de la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, presidida por el doctor Armando Hart Dávalos, ministro de Educación, junto a él otros pedagogos de reconocido prestigio en el país como Mario Díaz Hernández, coordinador nacional, y Raúl Ferrer Pérez, vicecoordinador.En las zonas rulares la situación era crítica. “Necesitamos 1000 maestros que quieran dedicarse a enseñar a los niños campesinos. Hace falta que ellos nos ayuden para mejorar la educación de nuestro pueblo y se hagan hombres útiles para cualquier tarea”. (Castro, 1960, 10.col. 2).

Durante el curso escolar 1960-1961se crearon 1500 aulas en zonas rurales, lo cual produjo un ascenso de la matrícula total a 1 118 942 estudiantes.

En todos los lugares del país se cubrieron las necesidades de alfabetizadores, aún en los más intrincados, compartiendo la vida de los campesinos, pescadores, marineros, carboneros, durmiendo en hamacas, en el suelo, a la intemperie. El entusiasmo contagioso del pueblo devino en motor impulsor de la alfabetización y esto provocó la reacción de los enemigos de la Revolución: al principio sembraron desconfianza y más tarde tomaron la decisión de frustrar la Campaña. Los alfabetizadores se mantuvieron presentes con la decisión de que cualquier dificultad no fuera obstáculo en el cumplimiento del deber. Y fue así que asesinaron al maestro voluntario Conrado Benítez García. Allí en una zona que la contrarrevolución escogió para robar, saquear, asesinar, violar, destruir, la Sierra del Escambray. Pero lejos de amedrentar el crimen sirvió para reforzar los propósitos revolucionarios: 100.000 jóvenes vistieron el uniforme de las Brigadas “Conrado Benítez”.

¿Quién era ese joven? Era, sencillamente, un hombre humilde del pueblo, limpiabotas, panadero, estudiante de las escuelas nocturnas, porque de día trabajaba; no era hijo de terrateniente, no era el hijo de un industrial, no era el hijo de un gran comerciante; este joven no iba a Miami, este joven no iba a París, este joven no tenía “cadillacs”, era un hombre joven de 18 años solamente que todo lo conocía del sudor honrado, que solo conocía de la pobreza, que sólo conocía del sacrificio; era un joven humilde, y un joven negro, por lo cual conoció también la discriminación cruel e injusta; era pobre negro y maestro. He ahí tres razones por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron; era joven, era negro, era maestro, era pobre y era obrero. He ahí dos razones más por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron (Castro, 1961a, p. 12-16)

Los crímenes no cesaron, el pueblo cubano tuvo que pagar una cuota de sangre y sacrificio por erradicar el analfabetismo. Fueron asesinados también los alfabetizadores Manuel Ascunse Domenech y Delfín SenCecdré, y los campesinos que se alfabetizaban Pedro Lantigua Ortega y Eliodoro Rodríguez Linares

Los padres de los alfabetizadores demostraron alta confianza en la Revolución, además de autorizar a sus hijos para participar en la campaña, aceptaron su permanencia en los lugares donde habían sido ubicados, a pesar de los crímenes cometidos.

Las Brigadas Conrado Benítez llevaron la alfabetización a lo largo y ancho del país. La misión de los brigadistas requería una extraordinaria dosis de comprensión, sacrificio, voluntad y resistencia, tanto de los jóvenes maestros como de sus familiares. La mayoría de los jóvenes que trabajaban en la campaña no se habían separado de sus hogares, y fueron ubicados en zonas rurales intrincadas, viviendo entre persona que nunca antes habían visto con costumbres diferentes, compartiendo la pobreza y las limitaciones que aún no habían superado. El promedio de edad de los brigadistas fue de 14-16 años, aunque los había mayores y menores. Todos unidos por tres propósitos fundamentales: Erradicar el analfabetismo, Desarrollar la conciencia revolucionaria, Fortalecer la alianza obrero-campesina. En los centros de estudio se celebraban asambleas para la integración de los estudiantes a las Brigadas, y era requisito esencial para su incorporación tener la aprobación de los padres y tutores. Las planillas se llenaban en las escuelas o en el Consejo de Educación. Varadero, otrora playa exclusiva para la alta burguesía, devino en campamento para la preparación de los brigadistas. Allí se les entrenaba física y técnicamente. Se organizaban en batallones, compañías y pelotones, aunque hubo lugares en que, por sus condiciones, no se pudo mantener esa estructura.

Y en medio de tanto batallar ¿cuál fue el papel de los trabajadores?

Que los sindicatos hagan todo porque en su seno aprenden los que no saben y enseñen los que saben a leer y a escribir y porque todos cumplan sus tareas aumentando su conciencia de que cumplen un deber con la Revolución. (Peña, 1961, p. 15).

Ante el llamado de Fidel en agosto de 1961 se constituyeron las Brigadas Obreras “Patria o Muerte”, “Pero es éste precisamente el momento culminante, es éste el momento oportuno de hacer el llamado a los trabajadores y lanzarlos a la batalla contra la ignorancia”(Castro, 1961b, p. 5).

Un papel determinante en la actividad política de la campaña le correspondió a las ORI integradas por el Movimiento 26 de julio, el directorio Revolucionario 13 de marzo y el Partido Socialista Popular, a ellos les correspondió incorporar los mensajes emancipadores y revolucionarios a leer y comprender. Por su parte la organización de Jóvenes Rebeldes además de fundadores de las brigadas, cooperaron en la elaboración de los censos, participaron en la sustitución a obreros y campesinos en sus puestos de trabajo y desarrollaron una incesante labor de convencimiento a aquellos que se negaban a estudiar. Esta organización juvenil estuvo presente en los lugares de más difícil acceso.

Por último y no menos importante fue la labor desplegada por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) tanto en el cuidado de los campamentos, en la localización de analfabetos, en la atención a los brigadistas.

Gracias a la masiva participación del pueblo se desarrolló en un año la campaña de alfabetización. El primer paso fue el análisis de diversos métodos de alfabetización: silábico, palabras normales, global, ideográfico y el oracional, y se seleccionó un método compuesto; además, se realizó la investigación del vocabulario empleado por los campesinos, a fin de confeccionar una cuartilla revolucionaria comprensible para ellos, que les permitiera aprender a leer y a escribir y además a comprender los significados y las unidades de sentido de las consignas revolucionarias, emancipadoras. Esta tarea debía realizarse en muy corto plazo, por lo que era preciso tener en cuenta el carácter dinámico de los métodos a utilizar.

Cuando se revisan las estadísticas salta a la vista el alto nivel de participación popular: 120 632 alfabetizadores populares, 100 000 estudiantes brigadistas “Conrado Benítez”, 13 016 brigadistas obreros “Patria o Muerte”, 34 772 mil maestros y profesores como técnicos, 227 600 personas en total. Fueron alfabetizadas 707 212 personas, con lo que se redujo la tasa de analfabetismo del 23,6% al 3,9%. Ese año, 1961, la UNESCO declaró a Cuba “Territorio Libre de Analfabetismo”

Cada 22 de diciembre se celebra el Día del educador en homenaje a todos los alfabetizadores de entonces y a los trabajadores del sector de la educación en la actualidad; es esa una fecha para la reflexión sobre lo alcanzado sobre las metas que aún quedan por alcanzar. Alfabetizar desde y para la libertad constituye un punto de partida necesario para cualquier proceso emancipatorio.

Alfabetizar a los Trabajadores Jóvenes y Adultos es una acción revolucionaria

En un informe de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI),

Para fines de la década del 2000, en los 19 países de América Latina para los cuales se cuenta con información actualizada, el 8% de las personas de 15 años o más se declaran incapaces de leer y escribir un recado. El 7% de ellos, tienen menos de 25 años. (OEI, 2013, p. 2).

Resulta alarmante lo que en materia de desarrollo humano éstas significan, más aún en un mundo globocolonizado - al decir de Frei Betto (2013) donde se genera una amplia producción de conocimientos disponibles en diferentes formatos pero inaccesible para las grandes mayorías que en no pocos casos ni siquiera cuentan con teléfono en la era de internet.

Lo descrito hasta aquí obliga a reflexionar en torno a la complejidad del escenario que nos ocupa. Mientras exista una persona analfabeta en América Latina, será permanente la necesidad exigir políticas públicas que aseguren el derecho de todas y todos los adultos a la alfabetización, así como se debe contribuir a elevar cada vez más los índices de escolarización de niñas, niños y jóvenes como expresión genuina de un proceso emancipatorio.

CONCLUSIONES

Este trabajo realizado a varias voces, pretende dar cuenta de la existencia en la historia educacional de nuestra América de experiencias, proyectos, procesos político-pedagógicos vinculados a procesos emancipatorios en el continente. Revisar estas experiencias resulta relevante entendiendo que en la historia educacional de nuestro continente hallamos referentes donde debemos mirarnos como pueblos y que allí también ahí seguramente encontraremos elementos para proyectar nuestro futuro.

La categoría “emancipación” nos permite visibilizar procesos que se están planteando cambios profundos; procesos que van más allá de meras “independencias” políticas, o cambios parciales en las estructuras de burocráticas, o incluso transformaciones administrativas o de perspectivas en los sistemas educativos y de gestión de la educación. En el caso de la experiencia chilena tanto como en la experiencia cubana estamos ante iniciativas emancipatorias que se propusieron pensar una educación al servicio de los intereses de la clase trabajadora, en contextos diferentes, el de un país en revolución, otro país en transición a otro modelo de sociedad que aún se halla inconcluso, y en el que miles de hombres y mujeres dejaron la vida y se constituyen en mártires de la historia. En los dos casos podemos encontrarnos con procesos que promovieron cambios que necesariamente son acompañados de transformaciones estructurales, y que dialécticamente inciden y son transformados por procesos colectivos y en las subjetividades de hombres y mujeres que luchan y trabajan y construyen un mañana mejor.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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