Vol.2 Nro.38 (2017) abril–junio págs.[136-157] http://atenas.mes.edu.cu

Polémicas sobre la filosofía de las ciencias sociales y humanísticas: Síntesis histórica 1

Controversies on the Philosophy of Social and Humanistic Sciences: Historical Synthesis

Justo Alberto Chávez Rodríguez 2
justoch2003@yahoo.com

RESUMEN:

La reflexión filosófica sobre las ciencias sociales y humanísticas y su ubicación histórica resulta necesaria para los estudios científicos dentro del objeto de estas disciplinas. El análisis y, la necesaria contextualización, de cada obra o figura representativa de las posiciones prevalecientes en cada etapa como expresión de la polémica sobre el estatuto científico de las ciencias sociales y humanas es el resultado alcanzado del propósito de estas reflexiones.

ABSTRACT:

Philosophical reflection on the social and humanistic sciences and their historical location is necessary for scientific studies within the object of these disciplines. The analysis and the necessary contextualization of each work or representative figure of the prevailing positions at each stage as an expression of the controversy over the scientific statute of the social and human sciences is the result achieved by the purpose of these reflections.

Palabras clave: Polémica de las ciencias sociales y humanas; positivismo; neopositivismo; pragmatismo; marxismo; fenomenología; freudismo; teoría crítica.

Keywords: Controversy of social and human sciences; Positivism; Neopositivism; Pragmatism; Marxism; Phenomenology; Freudianism; Critical theory.

INTRODUCCIÓN

Hablar sobre la filosofía de las ciencias sociales y humanísticas, desde su aparición en el siglo XIX, es pensar en una intensa polémica, que no ha cesado a inicios del siglo XXI (Camero, 2004).

Las disciplinas llamadas, indistintamente, como ciencias sociales, humanas, culturales o del espíritu, aparecieron en el siglo XIX (tercera década), como ciencias. Esto no significa que no tuvieran su expresión a lo largo de los anteriores siglos, desde la antigüedad clásica griega, pasando por el Renacimiento, pero es en la época histórica de la Modernidad en que se llegan a convertir en saberes científicos.

Una vez que hacen su aparición, en este sentido: la historia, la psicología, la sociología, el derecho, la pedagogía, entre otras, comenzó la polémica.

¿Estas disciplinas son ciencias? Por supuesto que la respuesta dependerá del concepto de ciencia que se tenga.

Como antecedentes a estas polémicas, se aprecian dos tradiciones importantes en la filosofía del método científico: la aristotélica y la galileana (Ursúa & González, 2006). Se puede expresar que la tradición aristotélica considera a la ciencia como explicación teleológica y la que parte de Galileo considera a la ciencia como explicación causal. Hay que decir de hecho que en este sentido la tradición galileana seguía la tradición pitagórica y platónica. Estas orientaciones de base han continuado siendo a lo largo de la historia de gran presencia en el pensamiento filosófico que sustentan las ciencias sociales y humanas. Las polémicas se han desarrollado en cuatro momentos, entre la tercera década del siglo XIX y el tercer lustro del siglo XXI.

DESARROLLO

I.- Primera polémica

La primera polémica se puede ubicar a partir de la tercera década del siglo XIX a inicios del siglo XX. Hay que decir que esta intensa polémica tiene variantes, que se producen al mismo tiempo. Estas fueron: la Iglesia católica y el marxismo; el hegelianismo y el positivismo; el positivismo y el neo-kantismo; y, la Iglesia católica y el marxismo.

En el siglo XIX la discusión más violenta, en cuanto a las ciencias sociales, estuvo enmarcada entre la filosofía idealista (objetiva y subjetiva) y el materialismo histórico, como fundamento teórico de las ciencias sociales marxistas.

Los trabajos de Carlos Marx, Federico Engels y Lenin, con sus precisiones acerca de las categorías esenciales y las leyes de la sociedad, provocaron no solo la rivalidad, sino que condujeron a una abierta represión contra sus posiciones teóricas y, sobre todo, al método dialéctico-materialista aplicado a las ciencias humanísticas.

Como ejemplo de esta polémica, el Papa León XIII, en 1891, dio a conocer la Encíclica Rerun Novarum. En ella se contrapuso la doctrina social de la Iglesia a la del socialismo, y se criticó, duramente, la intervención del Estado en la sociedad civil, así como a la propiedad social sobre los medios de producción. En dicho documento se expresó:

se ve que aquel dictamen de los socialistas, a saber, que toda propiedad ha de ser común, debe absolutamente rechazarse, porque daña a los mismos a quienes se trata de socorrer, pugna con los derechos naturales de los individuos y perturba los deberes del estado y la tranquilidad común. Quede, pues sentado, que cuando se busca el modo de aliviar a los pueblos, lo que primordialmente y como fundamento de todo se ha de tener, es ésta: que se debe guardar la propiedad privada (1950, Pág. 21).

Se aprecia con claridad la fuerza ideológica de estas declaraciones, así como la posición extrema asumida por la máxima autoridad de la Iglesia católica, a las puertas del siglo XX.

1.1.- El positivismo y el hegelianismo

El positivismo nació en la década del 30 del siglo XIX, por obra del francés Augusto Comte (1798- 1857), padre de la sociología.

El positivismo es una tendencia que se ubica en la corriente naturalista (idealismo subjetivo). Ha tenido varias fases en su desarrollo histórico. En la primera, estuvo representado por Comte y Littré, y Stuart Mill y Spencer.

En este primer momento de su evolución histórica, el positivismo reconocía la existencia de la realidad objetiva, pero consideraba que esta solo podía conocerse empíricamente.

Rechazó el conocimiento teórico por considerarlo especulativo.

Para el positivista lo que no pueda ser medible, verificable, no es verdadero, ni debe ser considerado como un conocimiento real. Las ciencias sociales fueron construidas a partir de los postulados de las ciencias naturales y mediante el razonamiento inductivo.

El positivismo no pudo evitar la suerte de la filosofía especulativa anterior, ya que los conceptos y las categorías creados no podían ser verificables en la práctica y fueron, por tanto, considerados metafísicos.

En esta primera etapa, el positivismo tuvo una inclinación hacia el cientificismo, que se revela en la concepción de Herbert Spencer (1820-1903), al considerar a la sociedad como un organismo vivo, al reducir el movimiento social al biológico, lo que dio lugar al surgimiento del llamado darwinismo social.

El positivismo eliminó toda religión, pero reconoció la necesidad de un poder espiritual. Conforme con este pensamiento creó la religión de la humanidad, en la que esta sustituye a Dios y los héroes a los santos. No es difícil comprender sus contradicciones con la filosofía de la Iglesia católica y con otras religiones.

En la polémica entre el positivismo y el idealismo objetivo es conveniente precisar la crítica a la dialéctica hegeliana.

El positivismo reprochó a Hegel el ser el autor de una concepción de pensamiento ajena al carácter riguroso y exacto de las ciencias positivas de su época. La consideraron una dialéctica anticientífica. Rechazaron, no solo, la dialéctica idealista sino a la dialéctica en general, como método del conocimiento científico.

La destacada filósofa cubana Zaira Rodríguez Ugidos, en sus Conferencias de Lógica dialéctica, afirmó:

La crítica positivista y neo-positivista a la dialéctica como teoría filosófica general y como método lógico tiene profundas raíces gnoseológicas y clasistas y es expresión de la crisis y del reduccionismo por los que atraviesa (…) la filosofía burguesa contemporánea (1980, Pág. 3)

La figura que cierra el siglo, dentro de esta corriente inicial del positivismo, fue el sociólogo y pedagogo francés Emile Durkheim (1858- 1909). Profesó un sociologismo radical. Para este pensador, la explicación de la historia y de la vida social debe buscarse en la sociología y no en la filosofía o en la psicología.

Durkheim escribió: las reglas de oro del método sociológico positivista y expuso que: explicar es la vía por excelencia de las ciencias sociales.

No se pude dejar de precisar que el positivismo de esta primera etapa, hizo su entrada en gran parte de América Latina en las dos últimas décadas del siglo XIX, cuando ya en Europa había comenzado a declinar, y significó, en las circunstancias históricas del nuevo continente, un impulso y un progreso de las ideas.

En esta tendencia de pensamiento se destacaron insignes latinoamericanos: Gabino Barreda y Justo Sierra (mexicanos), Eugenio María de Hostos (puertorriqueño), y Enrique José Varona (cubano), entre otros.

En resumen, el positivismo posee las características esenciales siguientes:

El monismo metodológico. Los objetos y los procesos enfrentados por la investigación científica (naturaleza y sociedad) pueden ser, y son de hecho, diversos, pero existe unidad de método y homogeneidad doctrinal. Es decir, solo se puede entender de una única forma aquello que se considera como auténtica expresión científica.

El modelo o canon de las ciencias naturales para enfocar a las ciencias sociales y humanísticas (identificación de la naturaleza con la sociedad). El método positivo-científico- resulta ser el ideal metodológico al que se conformaba el grado de desarrollo y perfección de todas las demás ciencias. El baremo lo constituían las ciencias físico-matemáticas. Por él se medirá la cientificidad de las nacientes ciencias sociales.

Interés por la explicación causal de los fenómenos sociales. La ciencia trata de responder al por qué ha sucedido un hecho, o sea, le interesan las causas o los motivos fundamentales que ocasionan un hecho o fenómeno (explicación). Las explicaciones científicas se atienen a la causalidad, por lo que se pueden obtener leyes generales hipotéticas de la naturaleza que incluyan las cosas o hechos individuales.

Interés por el conocimiento positivista. Lo verdadero es solo lo medible, lo verificable matemáticamente, por ello, el conocimiento no puede rebasar el límite de lo empírico; la llamada fase lógica es especulativa y metafísica. El conocimiento es una representación o reflejo adquirido de la realidad, por el sujeto, de una manera pasiva (1990, pág. 29)

En las décadas de los años 70 al 90 del siglo XIX, como consecuencia de la llamada crisis de la física, el positivismo entró en una segunda fase: el empirocriticismo.

En esta posición teórica no se aceptaba la existencia objetiva del hecho o fenómeno social. El llamado machismo (tesis de Mach) y los criterios de Avenarius interpretaban el conocimiento desde el punto de vista de un psicologismo extremo, lo cual reforzaba el carácter subjetivo de la filosofía.

Esta posición fue criticada por Lenin, en 1908, en su obra: Materialismo y Empirocriticismo. Lenin enjuició, críticamente, la actitud, evidentemente intolerante de la burguesía y la Iglesia ante el marxismo y la consideró como un verdadero estado de desesperación. Expresó al respecto: la de ver que es imposible un análisis científico del presente, la renuncia a la ciencia, el deseo de desterrar toda generalización, de aludir todo género de leyes del desarrollo histórico, de ocultar el bosque detrás de los árboles: tal es el sentido de clase del escepticismo burgués (1980, Pág. 197).

1.2.- El positivismo y el neokantismo

Como contraposición al sesgo decadente tomado por el positivismo a fines del siglo XIX, apareció otra tendencia, de orientación, también, idealista subjetiva, pero de base neo kantiana (llamada neo humanista y crítica). Esta fundamentó la Escuela de Baden (Friburgo) y sostuvo una lucha directa y abierta, a su vez, contra el socialismo científico y su método filosófico y contra el positivismo.

Para los badenses: Wilhein Windelban (1848-1915) y Henrich Rickert (1863-1936), así como sus seguidores Dilthey y Droysen, la filosofía se reduce, en buena medida, al análisis de la estructura lógica del conocimiento.

El problema esencial enfrentado por la Escuela de Baden fue: la creación de un método para las ciencias sociales y, en especial, para la historia. Llegaron a la conclusión que en la historia no hay leyes y por eso, las ciencias históricas deben limitarse a la descripción de los acontecimientos individuales sin pretender el descubrimiento de regularidad alguna (historicismo).

De igual manera, pensaban para el resto de los procesos sociales.

Windelband estableció la diferencia entre las ciencias de la naturaleza, a las que llamó nomotéticas –creadoras de leyes- y las ciencias de la cultura, que llamó ideográficas. En este empeño se comenzó a establecer una separación metafísica entre la naturaleza y la sociedad.

En las ciencias sociales el método, para el conocimiento de la realidad, fue considerado: el hermenéutico, cuyo fin es: la interpretación y la comprensión de los hechos sociales y no el de la explicación causal.

Droysen expuso la diferencia entre: explicar y comprender, y le correspondió a Dilthey, la elaboración de las bases psicológicas de la comprensión. Quedaba así, fuertemente elaborado el método filosófico de las ciencias sociales a la luz del humanismo neo kantiano.

La figura que cierra el ciclo en esta etapa es Max Weber (1864- 1920), eminente sociólogo alemán. Para Weber la esencia de los fenómenos socio-económicos no se determina por los aspectos objetivos. Sino, ante todo, por el punto de vista del investigador y la importancia cultural que se le atribuya al proceso dado.

Considera que las ciencias sociales solo deben estudiar lo singular en los fenómenos, y eludió las abstracciones científicas: leyes, teorías, etc.

Los conceptos deben ser sustituidos por la construcción mental (teórica) que llamó: tipo ideal. Según Weber este (el tipo ideal) no refleja la realidad y solo constituye un instrumento para sistematizar y comprender los hechos singulares. Se opuso al concepto marxista de formación económico-social. Propugnó el pluralismo de enfoques en el análisis de los fenómenos sociales al negar el monismo metodológico de los positivistas y de los marxistas.

Weber desarrolló la sociología de la comprensión y elevó a categoría de apotegma el principio que: comprender es el método por excelencia de las ciencias sociales. Se opuso a E. Durkheim.

En esta tendencia de base neo kantiana se distinguen los valores: lógicos, éticos, estéticos y religiosos, pero no se dan respuestas claras a la pregunta: ¿Qué son los valores?

Los valores son considerados como: eternos e inmutables, y forman un reino autónomo, que se encuentra más allá del sujeto y del objeto.

A fines del siglo XIX, esta tendencia idealista subjetiva fue la que con más fuerza rechazó al marxismo. Por ello, ya Engels había iniciado la lucha contra esta corriente de pensamiento. El mérito decisivo de la refutación de esta corriente pertenece a Lenin, y también, a Plejanov.

Weber representa un gran ideal para prestigiosos sociólogos y pedagogos latinoamericanos.

Los postulados esenciales que identificaron a todos los pensadores de esta posición teórica neo kantiana en oposición a la positivista, son los siguientes:

Negación del monismo metodológico; Rechazo a la física y a la matemática como el canon- ideal regulador- de toda explicación científica. Separación metafísica entre la naturaleza y la sociedad; No interés por conocer las causas de los fenómenos, sino solo en interpretar, en conocer el sentido de los hechos para transformar la realidad; y, Rechazo al afán predictivo y causalista y a la reducción estructuralista de la razón.

Hay que aclarar que el hecho que aparezcan nuevas posiciones sobre las ciencias y se abra una nueva polémica, no significa, en manera alguna, que esta polémica cesó, ni se debilitó, ya que ha permanecido hasta nuestros días, unidas a otros elementos nuevos que han ido apareciendo.

De igual manera sucederá con las diferentes polémicas que siguen.

II.- La segunda polémica

La segunda polémica sobre la filosofía de las ciencias sociales y humanísticas se desencadenó a inicios del siglo XX y llegó a la década de los años 60.

En este período se centró la discusión entre: la Iglesia católica y el marxismo; la iglesia católica y el positivismo; el neopositivismo y el marxismo; el pragmatismo y el marxismo; la fenomenología y el freudismo; y, Popper frente a Adorno: racionalismo crítico vs teoría crítica.

En el inicio del siglo XX se inició colapsado por las contradicciones entre los países monopolistas, lo que condujo a la primera guerra mundial (1914- 1918). En medio de esta conflagración triunfo en Rusia(imperio zarista), la primera revolución bolchevique y fue creado el primer estado de obreros y campesinos, conformándose la URSS. La teoría del marxismo buscó su aplicación práctica y su enriquecimiento con el leninismo.

Resulta evidente, también, que después de la primera guerra mundial, y del desastre material y de los valores que significó, se produjera una gran crisis espiritual, que hizo pensar en el fracaso de la cultura del mundo de ayer, como reflejó Stefan Zweig en su famosa novela, y por supuesto, en la necesidad de enrumbar el pensamiento por causes nuevos.

La polémica en esos momentos, en cuanto al método filosófico se revitalizó y alcanzó límites insospechados. Quedó detenida durante la segunda conflagración mundial (1939-1945), y después volvió a fortalecerse, sobre todo por la aparición del campo socialista (Europa del este), hasta mediados de la década de los años 60, en la que se abren nuevas perspectivas en las ciencias humanísticas.

2.1.- Iglesia católica y el marxismo

En 1937, la Iglesia católica abrió de nuevo la discusión. El Papa Pío XI, en su Encíclica Divini Redemptoris, criticó duramente la doctrina social del marxismo:

En substancia, la doctrina que el comunismo oculta bajo apariencia a veces seductora se funda hoy sobre los principios del materialismo dialéctico e histórico, proclamado antes por Marx, y cuya única interpretación pretenden poseer los teorizantes del bolchevismo.

Esta doctrina enseña que no existe más que una sola realidad: la material con sus fuerzas ciegas, la cual por evolución, llega a ser planta, animal, hombre.

La misma sociedad humana no es más que una apariencia y una forma de la materia que evoluciona del modo dicho, y que por ineludible necesidad tiende en un perpetuo conflicto de fuerzas hacia la síntesis final: una sociedad sin clases (…) No existe diferencia entre espíritu y materia, ni entre espíritu y alma (…) Los comunistas sostienen que los hombres pueden acelerar el conflicto que ha de conducir al mundo hacia la síntesis final.

De ahí sus esfuerzos por hacer más agudos los antagonismos que surgen entre las diversas clases de la sociedad (1950. pág. 156).

Resulta evidente que en este documento se identifica al marxismo con la versión dogmática y oficialista que tenía la variante stalinista, por eso, es interpretado como mecanicista y voluntarista.

Se desconoce que Lenin había producido sus principales obras y precisado las categorías: materia, clases sociales, época histórica, situación revolucionaria y otras, que enriquecían los postulados de las ciencias sociales, que habían sido sintetizados por Marx desde 1859, en su obra: Prólogo de la Contribución a la crítica de la Economía Política, en la que expresó la real posición de la doctrina, lo que resulta esclarecedor acerca de sus postulados.

Esas concepciones fueron enriquecidas por los experimentos de Pavlov, los trabajos de Plejanov y por Vigotsky, que al aplicar, creadoramente, la teoría marxista concibió el enfoque histórico cultural de la formación de la personalidad, y la concepción psicológica del aprendizaje desarrollador, así como los aportes de Luria, Rubistein, Galperin, Leontiev entre otros, que aplicaron el marxismo en forma creativa y ajustada a los intereses históricos del nuevo estado. La deformación que sufrió vino poco a poco después.

Fuera de los países de la Europa del este se enriqueció al marxismo con los trabajos de Grancsi (1891-1937), los aportes del marxismo de sesgo estructuralista de Althusser y de otros, que han ampliado los principios de las ciencias sociales y que se opusieron al dogmatismo evidente que había adoptado a partir de Stalin y reforzado por los posteriores Congresos del Partido Comunista de la URSS.

Incluso en América Latina aparecieron aplicaciones creadoras, como es el caso de José Carlos Mariategui en Perú.

2.2.- La Iglesia católica frente a la educación positivista y marxista

En este período el neotomismo se vio fortalecido por las ideas del evolucionismo cristiano de Teihard de Chardín, las que fueron reconocidas por la Iglesia en 1955, y que plantearon la perfecta correspondencia entre la ciencia y la religión, entre la verdad razonada y la revelada, y sobre todo, y muy especialmente, se destacan las ideas de Jacques Maritain (1882-1974), filósofo francés, reconocido pensador del neotomismo contemporáneo. El leitmotiv de sus obras consiste en renovar y adaptar a nuestra época las concepciones de Santo Tomás de Aquino (s. XIII).

En numerosas obras de Maritain se tratan, desde el punto de vista del tomismo, problemas de psicología, de estética, de ética y de pedagogía.

La Iglesia criticó desde 1929 las posiciones de Herbert Spencer (positivista), sobre todo, las ideas pedagógicas que se desprenden del positivismo cientificista. Para el Papa Pío XI, la pedagogía spenceriana, que llamó naturalista, “solo pretende formar al niño para la vida presente, criándolo robusto y ágil de cuerpo, de manera que resulte un buen animal y la nación se halle formada por buenos y excelentes animales” (1950, pág. 127).

También en la misma Encíclica se criticó la educación socialista, en estos términos:

Según este sistema, la sociedad lo es todo y el individuo nada. El factor social es el fundamento de la educación y la sociedad el principio y el fin de la enseñanza. La Iglesia, la Religión y la Familia nada valen y nada pueden con relación a la educación y a la enseñanza. (1950, pág. 127).

En estas palabras se pone de manifiesto el reduccionismo que la Iglesia daba a esa manera de pensar. La intolerancia en las ideas ha hecho más daño que beneficio a la historia del pensamiento humano.

2.3.- Neopositivismo vs marxismo

En este período aparece el neopositivismo -tercer momento del positivismo- con sus diferentes variantes: el positivismo lógico y semántico y el racionalismo crítico, que se aleja en parte de los postulados positivistas, Según algunos autores el pragmatismo está próximo a esta corriente.

El positivismo lógico está representado por el Círculo de Viena (Carnap), y por figuras como Beltran Russel, entre otros.

Para esta tendencia ocupa el lugar principal los problemas filosóficos del lenguaje, la lógica simbólica y la estructura de la investigación científica, entre otras cuestiones.

Al rechazar el psicologismo del empiriocriticismo los representantes de esta tendencia siguieron la línea del acercamiento a la lógica de la ciencia de las matemáticas: el camino de la formación de los problemas gnoseológicos.

El llamado racionalismo crítico está representado por Karl Popper, filósofo, lógico y sociólogo vienés. Esta figura rivalizó con el positivismo lógico. La ciencia para Popper:

deja de ser un saber absolutamente seguro para ser hipotético, conjetural. Deja de seguir un camino inductivo para ser deductivo. Abandona el criterio de verificación para seguir el de la falsación.

Al principio de la ciencia no hay fundamentos infalibles, sino problemas y un convencionalismo crítico que se apoya en la fe, en la fuerza crítica de la razón. Tampoco se puede evitar el lenguaje ordinario y, con ello, los conceptos no claros. La ciencia no es posesión de la verdad, sino búsqueda incesante, crítica, sin concesiones, de la misma (Mardones, 1990, pág. 37).

Para Popper este es el método científico al que se tiene que someter también las ciencias sociales y humanas. Su posterior polémica con Adorno aclarará sus postulados esenciales. En resumen, Popper, consideró que la ciencia deja de ser un saber seguro para ser hipotético; Que el camino válido del razonamiento es el deductivo y no el inductivo; Que la falsación sustituye a la verificación: que la ciencia no es la verdad, sino la búsqueda constante, crítica, sin concesiones, de la misma. Consideraba también el monismo metodológico.

El racionalismo crítico popperiano reduce, en exceso, toda la problemática de la ciencia a cuestiones lógico-epistemológicas. Frente a esta tendencia la postura de la teoría crítica será: no negar, sino ir más allá de las afirmaciones de K. Popper.

La contraposición entre el racionalismo crítico y la teoría crítica (primera generación de la Escuela de Frankfurt se verá más adelante).

2.4.- Pragmatismo contra marxismo

En esta misma línea del neopositivismo puede incluirse el pragmatismo. Esta tendencia tiene cierto desarrollo desde fines del siglo XIX, pero alcanzó un cuerpo más acabado en este período. Para el pragmatismo el contenido del saber está determinado por efectos prácticos (Pierce), Lo práctico, o sea lo utilitario válido es lo que más satisface a los intereses subjetivos del individuo. Se aprecia, por tanto, un estrecho practicismo en la explicación de la realidad.

El pragmatismo identifica la realidad objetiva con la experiencia y la división entre el sujeto y el objeto del conocimiento solo se relacionan dentro de la propia experiencia.

En lógica tiende al irracionalismo (W. James); en cuanto a la ética, se considera que se debe aspirar al mejoramiento del orden existente; en sociología, el pragmatismo varía desde el culto a las grandes personalidades (W. James) a la apología de la democracia burguesa (J. Dewey).

Existen variantes del pragmatismo: el que tiene el enfoque de carácter estructural funcionalista y el operacionalismo.

El pragmatismo se ha acercado, a veces, al empiriocriticismo en algunos autores, y al positivismo lógico, en otros.

En esta tendencia se sitúa la figura del norte-americano John Dewey (1859- 1952). Este filósofo de la educación ejerció una gran influencia en la filosofía, la sociología, la estética y la pedagogía. Fundó la Escuela de Chicago. Su versión del pragmatismo lo llamó instrumentalismo o naturalismo humanista y pretendió velar la esencia idealista subjetiva y agnóstica de su filosofía, enfilada contra le teoría leninista del reflejo.

Opone en sus ideas sociales, la lucha de clases y la revolución socialista a la colaboración entre las clases y el mejoramiento de la sociedad con ayuda de las reformas pedagógicas.

El método de la pedagogía de Dewey se funda en la educación de la iniciativa y en el espíritu emprendedor individual, accesible a la naturaleza humana.

Frente a estas posiciones, se alzan otras, también, idealistas subjetivas como la fenomenología y la llamada teoría crítica, continuación de la línea neo kantiana.

2.5.- Fenomenología y Freudismo

La fenomenología fue fundada por el filósofo alemán Edmund Husserl (1859- 1938). Este filósofo reconoce que de ordinario la conciencia se halla proyectada al mundo exterior, pero él propone la renuncia a este planteamiento natural, al abandono a todo lo que nos liga al mundo exterior y la inclusión de nuestro interés en la conciencia misma.

Entonces, su contenido es lo que forma el objeto de la investigación fenomenológica. Este cambio en el planteamiento de la conciencia es llamado por Husserl: reducción fenomenológica. Al hacerlo se excluye del examen todo el mundo material que rodea al hombre y se prescinde, además, de todas las concepciones, teorías y doctrinas existentes. Se suprime, por tanto, la existencia del objeto de la investigación.

Una vez que se ha realizado toda esa operación, lo que queda para conocer es el residuo fenomenológico, la región de la conciencia pura, sin relaciones con el mundo exterior, pero que conserva toda la riqueza de su contenido.

Husserl no niega formalmente la existencia del mundo exterior, pero lo que afirma es, que ese mundo no puede ser origen del conocimiento verdadero, en este sentido plantea:

Si hago esto, y soy perfectamente libre para hacerlo, no niego este mundo, como si fuera un sofista, no pongo en duda su existencia como si fuera un escéptico, pero aplicó la epoje fenomenológica, es decir, la puesta entre paréntesis, que excluye por completo la posibilidad de recurrir, a cualquier juicio sobre la existencia espacio-temporal (Oizerman, s. f. , pág. 363).

Por lo tanto, el concepto central de la fenomenología es la intencionalidad de la conciencia, vista como orientación al objeto. Afirma Husserl que no hay objeto sin sujeto.

En la última etapa de su vida solo habló del método fenomenológico, que es el que se aplica en la actualidad en la llamada investigación cualitativa pura.

La fenomenología favoreció el surgimiento del existencialismo filosófico, pues le ofreció el método fenomenológico y el interaccionismo simbólico a la filosofía de la existencia, y la convirtió en el existencialismo, con figuras como: Camus, Marcuse, Sartre, Heidegger, entre oíros.

Dentro de esta línea de desarrollo se incluye el freudismo, corriente psicológica que ha influido en la interpretación de las ciencias sociales.

En la actualidad la figura del sociólogo alemán-norteamericano Eric Fromm (1900-1980) ejerce una gran influencia. A diferencia de Freud este pensador biologiza menos que su maestro la esencia del hombre y pasa al socio-psicologismo. Trató de resolver un importante problema: comprender el mecanismo de interrelación de los factores psicológicos y sociales del desarrollo social.

Fromm ha intentado sintetizar el freudismo y el marxismo y en 1961 publicó una obra titulada: Concepción marxista del hombre.

El freudismo fue desarrollado por Freud y sus seguidores como una filosofía.

2.6.- Popper y Adorno

En cuanto a la teoría crítica – neo kantiana -, se incluyen en ella figuras que representan la primera generación de la Escuela de Frankfurt, que tiene entre sus representantes más destacado a Teodoro Adorno (1903- 1969).

Adorno es un eminente filósofo y sociólogo del arte, de origen alemán, que sustentó tendencias políticas de izquierda.

Adorno polemizó con Popper en los aspectos siguientes:

a.- En el origen del conocimiento.

Adorno considera que al principio de la ciencia no está el problema mental, como afirma Popper, sino en el problema real, es decir, la contradicción. Por consiguiente, en el comienzo de las ciencias sociales están las contradicciones sociales.

b.- En el método científico.

Para Adorno, aunque piense que el método científico es único, no acepta el monismo metodológico. La raíz fundamental del método científico es la crítica, la razón crítica.

La crítica, por tanto, que conlleva la observación de los datos particulares sin verlos estructurados en la totalidad social es superficial. No se puede separar el objeto del sujeto. Se impone una metodología que atienda a los datos de la realidad, pero que no olvide que hay que ir más allá de lo que aparece, para captar el fenómeno en su objetividad. La razón mantiene una cierta autonomía con respecto a los hechos. El análisis, para Adorno, puede comenzar, indistintamente, por el objeto o por el sujeto, porque en realidad lo que existe es el sujeto-objeto.

c.- En la objetividad de la ciencia.

Adorno platea que la sociedad no puede concebirse como un objeto más. La sociedad es algo también subjetivo. Olvidar este aspecto, como lo hace Popper, conduce a poner el énfasis en la sociedad como objeto, como algo que yace ahí, enfrente de nosotros, y que solo puede ser captado por unos métodos determinados.

La objetividad se alcanza con el método crítico: crítica de la reflexión y del objetivismo.

Si la crítica no se convierte en crítica de la sociedad, sus conceptos no son verdaderos.

d.- En el interés por impulsar las ciencias sociales.

La teoría crítica pretende un interés emancipador. De ahí deriva, su no compromiso, ni beligerancia en pro de una sociedad buena y racional y la constante atención a los desarrollos de la realidad.

La teoría crítica tiene un carácter desideologizador, que nombra lo que nadie nombra y coloca a la injusticia como camino, como vía negativa para hacer aflorar la verdad de la sociedad futura que ansiamos.

En 1961, en el Congreso de la Sociedad Alemana de Sociología se desató, abiertamente, la polémica entre las posiciones de K. Popper (racionalismo crítico) y las de Teodoro Adorno (humanismo neo kantiano), en la versión de la llamada primera generación de la Escuela de Frankfurt.

Con este singular hecho se cierra el segundo período de la polémica.

III.- La tercera polémica

Las variantes más significativas en los últimos 40 años del siglo XX se mezclan entre sí, por eso, se hace difícil clasificarlas.

En los últimos 40 años del siglo XX se ha agudizado la polémica entre el idealismo y el materialismo filosóficos en relación con las ciencias sociales.

El idealismo objetivo (neo tomismo) y el idealismo subjetivo (neo kantismo) han dirimido, con la bendición papal, sus antiguas discrepancias teóricas y metodológicas.

En el Concilio Vaticano II realizado por la Iglesia católica (1962- 1965) se acordó dar al neotomismo una nueva posibilidad, la que consistió en permitir que se le incorporaran elementos de la fenomenología y del existencialismo a los principios tomistas.

La filosofía marxista- leninista, a partir de ese acercamiento, se encontró aún más combatida. Además, sucedió otro hecho esencial. En la década de los años 80 ya se hacían evidentes algunas de las debilidades en el sistema socialista mundial. Se llegó a hablar desde entonces, con fuerza, de la crisis del marxismo. Este criterio se fortaleció al producirse el colapso que llevó a la caída del socialismo en los países de la Europa del Este, y en 1991, a la desaparición de la URSS. ¿Este hecho ocurrió por la crisis del marxismo o por la traición al socialismo?

Este lamentable suceso condujo a los países ricos occidentales al hegemonismo político y económico y a plantearse con carácter de exclusividad, y abiertamente, la tesis globalizadora del neoliberalismo. Por supuesto que en este juego entró Estados Unidos, sobre todo después de la destrucción de las Torres Gemelas.

Sus ideólogos, en el primer momento, volvieron los ojos a Hegel en busca de un fundamento teórico, y se fortalecieron, también, las posiciones del idealismo subjetivo.

Resulta evidente que la filosofía de las ciencias sociales marxistas se debilitó, durante un tiempo, porque fueron colocadas en una posición de subordinación a los intereses de determinadas prácticas políticas del socialismo, y esta dependencia mermó sus potencialidades creativas y dogmatizó, en gran medida, sus postulados en relación con los problemas sociales.

Se produjo un alejamiento del llamado partidismo objetivo, fuertemente defendido por Lenin, hacia el partidismo subjetivo. El partidismo objetivo significa: “la solución de los problemas científicos a partir del análisis científico mismo” (Rodríguez, 1980, pág. 133).

En vez de esto, se llevó a cabo la incorporación de las ciencias sociales a seguir: “presupuestos ideológicos ya elaborados y que hacen descender la teoría científica a simple instrumento al servicio de fuerzas e instituciones políticas, jurídicas y religiosas” (Rodríguez, 1980, pág. 133).

El ex Ministro de Educación y de Cultura de Cuba, doctor Armando Hart Dávalos, reconoció esta contradicción al expresar que: “a la práctica del socialismo le faltaron en las últimas décadas ética y amor.” (1996, pág. 6).

La revitalización del socialismo y de sus fundamentos teóricos resulta, hoy por hoy, de gran interés y se hacen esfuerzos legítimos por devolverle el lugar que le corresponde en la historia del pensamiento social de la humanidad.

3.1.- Neopositivismo y Teoría crítica de la Acción comunicativa

En las últimas décadas del siglo XX continuó la polémica entre el Neopositivismo y la teoría crítica llamada de la Acción Comunicativa, ahora representada por Jurgen Habermas y Schutz, representantes de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt.

Habermas coincide con la línea fenomenológica y hemenéutica en su crítica al positivismo. Introduce un nuevo aspecto en el análisis y es el referente a: los intereses que rigen el conocimiento.

La razón humana está imbricada en el interés. No hay conocimiento sin interés.

Habermas distingue entre el interés técnico que dirige al conocimiento de la naturaleza (ciencias naturales), que está orientado al control y al dominio de la misma; el interés práctico de las ciencias que tratan de establecer una base de comunicación entre los dialogantes (ciencias histórico-hermenéuticas), como la lingüística y la historia; y el interés emancipatorio, que orienta a las ciencias sistemáticas de la acción o ciencias sociales.

A cada uno de estos tipos de interés, le corresponde unas reglas metodológicas, a saber: el método hipotético deductivo, el hermenéutico y la auto-reflexión, respectivamente.

Afirma, además, que ninguno de estos métodos puede alzarse con pretensiones de autonomía total ni de absoluto.

Las ciencias sociales están referidas al interés cognoscitivo emancipatorio, que se asienta sobre la auto-reflexión y pugna por conducir al hombre a un ejercicio adulto de la razón, libre de la dependencia de poderes hipostasiados.

El ejercicio de la razón tiene condiciones trascendentales o presupuestos universales. La razón es intra-subjetiva, pero busca los presupuestos universales en la comunicación o en las condiciones universales que posibilitan la comprensión en comunidad.

Para Habermas es importante lograr la relación entre la explicación y la comprensión del hecho objeto de estudio. Para él se puede hacer ciencia en esta área del conocimiento social y crítico hermenéutico, con un método que necesariamente tiene que utilizar, tanto, la interpretación, como, la explicación de las causas, orientada por el interés emancipatorio y dirigido hacia una sociedad buena, humana y racional.

La segunda generación de la Escuela de Fankfurt tiene una finalidad: servir a la construcción de una sociedad donde los individuos puedan ser realmente personas.

Se aprecia en este pensador un marcado énfasis en lograr la unidad de los métodos cuantitativos y cualitativos en la investigación científica, y además, Habermas no niega la existencia de leyes, aunque débiles, en la sociedad.

Se aprecia con este pensador una posición intermedia entre los postulados del Círculo de Viena y los de la Escuela de Baden.

No hay que olvidar que J. Habermas está más cerca del momento actual.

En general, en América Latina predominó el eclecticismo filosófico a fines del siglo XX. Se fortaleció el enfoque metodológico racionalista: el constructivismo de corte piagetiano, que tuvo su mayor efecto en la Didáctica. Este particular complicó el estudio de las ciencias sociales en el área.

La explicación científica de las ciencias sociales y humanísticas no es causalista ni tampoco solo teleológica o hermenéutica.

El postulado de la comprensión se va abriendo paso cada vez más. Se refuerzas el criterio: que son muchos los factores que determinan la especificidad y la complejidad del conocimiento científico.

Por tanto, la naturaleza de las verdades científicas y del proceso investigativo de las ciencias sociales es más compleja que la de las ciencias naturales.

Se impone la unidad dialéctica entre lo cuantitativo y o cualitativo, para enfocar, tanto, a las ciencias naturales, como, a las sociales.

Eso haría que las ciencias sociales, que, hoy por hoy, están enredadas en la selva del subjetivismo, rompan sus amarras y avancen hacia el siglo XXI con todas sus potencialidades desplegadas.

Esto correspondía decir a finales del siglo XX, cuando, en 1998, el Papa Juan Pablo II publicó la Encíclica: Fides et Ratio, que confirma los cambios que ya venían efectuándose en la política social de la Iglesia católica.

¿Qué ha ocurrido en lo que va del siglo XXI?

IV.- Cuarta polémica

Desde las últimas décadas del siglo XX se ha ido conformando nuevas ideas en relación con las ciencias sociales y humanísticas. Han aparecido las llamadas teorías emergentes o movimiento de ideas, que tratan de resolver los agudos problemas que se presentan en la actualidad, por la complicada madeja en que están envueltas las ciencias sociales y humanas.

Son múltiples las ideas emergentes, que se han unido a inicios del siglo XXI a las clásicas, pero que pugnan por prevalecer. Entre ellas están: el pensamiento complejo, la teoría crítica o pedagogía critica (continuadora en parte del pensamiento crítico que se ha estudiado anteriormente), la teoría de la diversidad, la holístico ambientalista, la teoría conectiva, que tiene que ver con la aplicación de las TICS al proceso de enseñanza-aprendizaje, en fin, una proliferación de ideas que pugnan unas con otras por prevalecer, y que se enredan con las teorías que han prevalecido desde el siglo XIX.

No obstante, es conveniente señalar que a partir de los años 60 y 70 han aparecido una serie de ideas sobre la ciencia, que han continuado enriqueciendo el pensamiento científico, por ejemplo: El postempiricismo o la autocrítica de la tradición positivita, que tiene a I. Lakatos como su máximo impulsor. Además, la obra de T. Khun: La estructura de las revoluciones científicas, que introduce el concepto de paradigma o matriz disciplinar.

Los criterios de Feyerabend sobre: Todo vale en la ciencia, En la que expresa que: Ya no hay método, sino métodos, ya no hay núcleos que salvar, sino dogmas que derribar y nuevas teorías que edificar. La ciencia se asemeja al arte. Este criterio fue asumido por una variante de la postmodernidad, en que se exaltan las diferencias.

Por otro lado, hay que atender al pensamiento complejo y su relación con la ciencia. Por cierto N. Luhmann afirma que la ciencia no es más que una estrategia de reducción de complejidad. Por supuesto que hay que analizar a Edgar Morin en su concepción sobre el pensamiento complejo y su aplicación a la educación.

CONCLUSIONES

Se puede afirmar que en el ámbito de las ciencias sociales y humanas todavía no se ha llegado a obtener un consenso acerca de la fundamentación científica. No tenemos una teoría de la ciencia o epistemología. Hay varias en pugna y otras que están por desarrollarse.

Haciendo una simplificación, se puede decir que las diferentes posturas se reducen a proponer un modelo de explicación de explicación científica, según el canon de las ciencias naturales: positivismo y sus variantes o un modelo diferente donde se acentúa la peculiaridad del objeto socio histórico y el modo de aproximación a él, como: la hermenéutica, la fenomenología, dialéctica y lingüística, etc.

La polémica continúa. Una época histórica nueva se avecina y hay que prepararse para ello. Las ciencias sociales y humanísticas tienen que cambiar para que se cumpla la sentencia de José Martí: es criminal el divorcio entre la Educación que se recibe en una época y la época. Este apotegma es aplicable a todas las ciencias sociales y humanas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Camero, F. (2004). La investigación científica. Filosofía, teoría y método. México: Distribuciones Fontamara, S. A.

Hart, A. (16 de marzo de 1996). Carta Pública. Granma, pág. 6.

Lenin, V. I. (1980). Obras Completas. Moscú: Edit. Progreso.

Mardones, J. M. (1990). Filosofía de las ciencias sociales. Barcelona: Antropus.

Oizerman. (s. f. ). Compendio de historia de la Filosofía. Moscú: Progreso.

Papa León XIII. (1950). Encíclica Rereun Novarum. La Habana: Edit. Arzobispado de la Habana.

Papa Pío XI. (1950). Carta-Encíclica sobre la cristiana Educación de la juventud. La Habana: Edit. Arzobispado de La Habana.

Rodríguez, Z. (1980). Conferencias de Lógica dialéctica. La Habana: Edit. Universidad de la Habana.

Ursúa, N., & González, J. (2006). Introducción a la filosofía de las ciencias humanas y sociales. México: Coyoacán.