Vol.3 Nro. 59 (2022) julio - septiembre págs.[49 - 64] http://revistatenas.umcc.cu

 

Usos de las redes sociales: cibercultura y pensamiento crítico

Uses of social networks: cyberculture and critical thinking

Usos das redes sociais: cibercultura e pensamento crítico

 

Artículo de investigación

 

Saúl Figuera Avellán1

sfiguera@correo.udistrital.edu.co

  

 

 

Recibido: 16 de agosto de 2021         Evaluado: 12 de septiembre de 2021      

Aceptado para su publicación: 17 de octubre de 2021

 

 

Cómo citar el artículo: Figuera-Avellán, S. (2022). Usos de las redes sociales: cibercultura y pensamiento críticos. Atenas, Vol. 3 (59), 49-64.

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Resumen

Este trabajo expone los resultados parciales obtenidos durante el proceso de investigación pedagógica titulado «Formación Política con Apoyo de Facebook para la Configuración de Pensamiento Crítico Frente a la Cibercultura» en el IED Charry de Bogotá, cuyo objetivo general fue sistematizar esta experiencia entre el 2020-2021 con estudiantes de grado décimo y onceavo. Específicamente, muestra la caracterización previa que sirvió como insumo para la intervención pedagógica. Para ello, se trianguló la información recogida de encuestas a los estudiantes, entrevistas semiestructuradas a estudiantes y maestros y material escrito de otras investigaciones relacionadas. Los datos sistematizados muestran las desigualdades de clase, denominadas eufemísticamente como brecha digital, que dificultaron el proceso de aprendizaje virtual en medio de la pandemia del COVID-19 y los imaginarios y formas de socialización construidos por los estudiantes alrededor de la cibercultura, los cuales se analizaron desde una perspectiva marxista, que muestra la dificultad en la construcción de pensamiento crítico durante la virtualidad. Asimismo, tanto encuestas como entrevistas muestran a los estudiantes desmotivados ante la educación virtual debido a un hastío digital, que, por otro lado, no impide la sensibilidad por la realidad política y social de Colombia.

Palabras clave: redes sociales; cibercultura; pensamiento crítico; educación virtual.

 

 

  

Abstract

This work presents the partial results obtained during the pedagogical research process entitled "Political Training with Facebook Support for the Configuration of Critical Thinking Facing Cyberculture" at the IED Charry in Bogotá, whose general objective was to systematize this experience between 2020- 2021 with 10th and 11th grade students. Specifically, it shows the previous characterization that served as an input for the pedagogical intervention. For this, the information collected from student surveys, semi-structured interviews with students and teachers, and written material from other related investigations were triangulated. The systematized data show the class inequalities, euphemistically called the digital divide, which hampered the virtual learning process in the midst of the COVID-19 pandemic and the imaginaries and forms of socialization built by students around cyberculture, which are analyzed from a Marxist perspective, which shows the difficulty in the construction of critical thinking during virtuality. Likewise, both surveys and interviews show students unmotivated against virtual education due to digital boredom, which, on the other hand, does not impede sensitivity to the political and social reality of Colombia.

Keywords: social media; cyberculture; critical thinking; virtual education.

 

 

Resumo

Este trabalho apresenta os resultados parciais obtidos durante o processo de pesquisa pedagógica intitulado "Formação Política com Facebook Apoio para a Configuração do Pensamento Crítico Frente à Cibercultura" no IED Charry de Bogotá, cujo objetivo geral foi sistematizar esta experiência entre 2020-2021 com os dias 10 e Alunos do 11º ano. Especificamente, mostra a caracterização anterior que serviu de subsídio para a intervenção pedagógica. Para isso, foram trianguladas as informações coletadas em pesquisas com alunos, entrevistas semiestruturadas com alunos e professores e material escrito de outras investigações relacionadas. Os dados sistematizados mostram as desigualdades de classe, eufemisticamente chamadas de exclusão digital, que dificultaram o processo de aprendizagem virtual em meio à pandemia COVID-19 e os imaginários e formas de socialização construídos pelos alunos em torno da cibercultura, analisados ​​sob a ótica marxista. o que mostra a dificuldade na construção do pensamento crítico durante a virtualidade. Da mesma forma, tanto as pesquisas quanto as entrevistas mostram os alunos desmotivados diante da educação virtual devido ao tédio digital, o que, por outro lado, não impede a sensibilidade à realidade política e social da Colômbia.

Palavras chave: redes sociais; cibercultura; pensamento critico; educação virtual.

 

 

Introducción

Este artículo expone los resultados parciales de la investigación pedagógica titulada «Formación política con apoyo de Facebook para la configuración de sujetos críticos frente a la cibercultura» realizada en el marco del Ciclo de Innovación denominado “Proyecto pedagógico y sistematización de experiencias: procesos de socialización y formación política” de la Licenciatura en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias y Educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá.

El concepto de cibercultura podemos definirlo como un campo de estudio que trae consigo transformaciones culturales como causa de las tecnologías digitales, que incluyen sistemas materiales y simbólicos (valores, significados), interacciones y comunicaciones, donde se mezclan diversos actores (Rueda, 2008). En este escenario, los jóvenes son los más propensos a la adicción a las redes sociales o Internet, lo cual implica ansiedad, depresión e irritabilidad, motivada, generalmente, por una baja autoestima, la carencia de afecto o la insatisfacción de otras necesidades sociales (Gutiérrez y Vásquez, 2019).

Para analizar esta situación, se parte de la sociedad del espectáculo de Debord (1995), según el cual esta es la justificación total y permanente de las condiciones y de los fines del sistema existente, al acaparar el tiempo vivido por fuera de la producción, donde se desplaza el tener por el parecer, que otorga prestigio inmediato. Así: "El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone y manifiesta en su plenitud la esencia de todo sistema ideológico: el empobrecimiento, el sojuzgamiento y la negación de la vida real” (p.128). De este modo, bajo el concepto de consumidor se busca eliminar la identidad de clase (fin de las ideologías) para dar al ser humano una falsa elección dentro de la abundancia espectacular. Esto es, el tiempo libre que tenían las personas ha sido moldeado conscientemente para mantener intacto el modo de producción capitalista.

Complementando esta teoría, Bauman y Donskis (2019) sugieren que se han creado nuevas necesidades centradas en la imagen personal, que subsumen la libertad en una nueva forma de consumo en la que la exhibición personal narcisista es el eje y da lugar a un totalitarismo de terciopelo en el que se manipula la consciencia y la imaginación, permitiendo la esclavización del ser humano y hasta el control de las voces críticas, desde la siembra del pánico en las noticias (maldad líquida).

Se trata de la predominancia de la doctrina TINA (There Is No Alternative). No hay posibilidad de cambio y existe una sensación generalizada de determinismo y fatalismo causada por un desconocimiento del por qué sucede lo que sucede, por qué se dan las crisis económicas, sociales y políticas. Esto lleva a la confusión, al miedo y a la incertidumbre, alimentada por un exceso de información contradictoria, que termina por hacer pensar sólo en el presente. Para acabar con este miedo, se hace necesario fortalecer un pensamiento crítico, que sirva como recipiente adaptado al carácter líquido de la sociedad y ayudar a su comprensión con una perspectiva transformadora.

En tal sentido, la sociedad, y específicamente la cibercultura como reflejo de ella, está permeada por la maldad líquida y su eliminación requiere un replanteamiento a fondo y una revisión radical de nuestro modo de ser en el mundo (Bauman y Donskis, 2019). Esto es, vencer a la necesidad de un consumo sin medida como forma de lograr la felicidad, potenciado por la dependencia tecnológica, atravesada por el lucro por parte de las empresas tecnológicas más destacadas y sus socios, al inducir al consumo desde el perfilamiento de usuarios.  En Colombia, siguiendo la tendencia mundial, las redes más usadas son YouTube, Facebook y WhatsApp (Lucca, 2020). La herramienta con más potencial para convertir a los maestros en mediadores 2.0 sería Facebook (Piscitelli, 2009) y, por ende, un poderoso medio si se pretende construir un pensamiento crítico ante la situación descrita en la cibercultura, debido a su posibilidad de generar debates y discusiones para argumentar y contraargumentar.

Para hablar de pensamiento crítico es necesario alejarse de estándares internacionales impuestos y repensar el término en clave marxista. Según Renán Vega (2012) el pensamiento crítico actual debe contener el pensamiento histórico, el pensamiento radical y el pensamiento comprometido. Por un lado, el carácter histórico implica ubicar, explicar, comprender y contextualizar los fenómenos existentes, como parte de procesos complejos; por otro lado, la radicalidad significa ir más allá de las apariencias, es decir ir a la raíz, al trasfondo, para develar mecanismos de opresión, dominación y explotación, la injusticia y la desigualdad; finalmente, el pensamiento comprometido refiere a vincular una reflexión seria y rigurosa con los problemas reales de la gente.

De este modo, podríamos resumir que lo que se buscaría con el pensamiento crítico sería comprender y explicar la realidad para buscar cuestionar las desigualdades y las injusticias de clase, raza y género, configuradas por estructuras ideológicas, políticas y económicas conectadas entre sí, mediante relaciones sociales que denotan una irracionalidad sobre la que se hace necesario pensar formas de acción, para transformar la sociedad en un lugar donde poder vivir mejor, bajo una mirada histórica que comprenda que hay que comprender el pasado, para entender el presente y así cambiar el futuro.

Relacionado con ello, cabe pensar qué papel deben jugar los maestros de Ciencias Sociales, cuestionados en la sociedad actual bajo una lupa positivista, que le relega como simple replicador de información ya existente en Internet. Para estar a la altura del momento histórico, se hace necesario lidiar con dos posturas presentes desde hace varias décadas en los escritos de los teóricos, la visión de la tecnología como remedio milagroso para la educación y la postura que no ve soluciones definitivas pero sí posibilidades de mejora en la educación a través de ellas, en aspectos como la autonomía, la responsabilidad, la independencia, el diálogo colectivo, el pensamiento crítico, la motivación, el aprendizaje continuo y la cooperación mediante el uso de metodologías activas y participativas. En el primer grupo se encuentran trabajos como los de Alvarado-Pazmiño et al. (2019) y López y Sánchez (2019). En la segunda postura, se sitúan investigaciones como la de Murcia (2020), Gómez et al. (2012), Llorente (2010), Suárez-López et al. (2016), Castro y González (2016).

Rompiendo con la configuración histórica del maestro de Ciencias Sociales como simple transmisor de datos, desde una perspectiva marxista, esta investigación buscó sistematizar una acción formativa, a través de la alfabetización política para ayudar a los estudiantes a identificar intereses políticos, económicos, sociales y culturales ocultos por la ideología dominante en el uso de la tecnología, partiendo de que el maestro de Ciencias Sociales debe ayudar a comprender esta realidad física y virtual bajo una óptica de escepticismo que permita señalar la irracionalidad en la racionalidad, y su posibilidad de transformación. 

El objetivo específico que desarrolla este artículo buscó caracterizar el uso que le dan los estudiantes a las redes sociales y los usos que le dan a Internet junto a los docentes en el grado décimo y onceavo del IED Charry, con el fin de fortalecer la propuesta formativa a desarrollar. Esto es, cómo inciden los medios tecnológicos en su contexto personal, social, cultural y económico, influenciados por estructuras ideológicas, económicas y políticas.

 

Metodología y métodos

Esta investigación es de tipo cualitativo y utiliza un análisis crítico de la permeación de los medios tecnológicos en la vida social en general, y el particular de la escolar. Para la investigación, en un primer momento se analizó el uso que hacían los estudiantes de las redes sociales individualmente y en la relación con sus maestros, a través de un cuestionario en Google Drive y de una entrevista semiestructurada con algunos estudiantes y sus maestros mediante videollamadas con la aplicación de Zoom y la de WhatsApp.

En el cuestionario se recogieron elementos que se consideraron claves para el desarrollo de la investigación, siendo éstos: la edad de los estudiantes, las redes sociales usadas y el uso dado a las mismas, los dispositivos usados para ello, la frecuencia de conexión, su percepción ante la posibilidad de relacionar las redes sociales con lo académico, su interés en el uso de una página de Facebook para el aprendizaje de Ciencias Sociales y las motivaciones para la no conexión a las clases de Ciencias Sociales en sus clases virtuales.

 

A través de una entrevista semiestructurada, se recogió información en torno al contenido publicado en redes por los estudiantes, su percepción respecto a la veracidad de las noticias en Internet, su forma de verificar esa veracidad, su auto-cuestionamiento en el uso de las redes sociales, su percepción de la libertad y los poderes existentes en Internet, su preferencia a la hora de interactuar con conocidos, los aspectos que disfrutan y los que no les gustan en las redes sociales, sus modelos a seguir en las redes, y su apreciación referente al aprendizaje en redes.

Por otro lado, la entrevista a los maestros buscó indagar sobre el uso que les dan a las redes sociales para interactuar con los estudiantes, sobre las problemáticas que pudieron surgir durante el desarrollo de las clases virtuales, puntos fuertes, puntos a mejorar, las metodologías, instrumentos y plataformas usados durante las clases, el reconocimiento de posibles mejoras en esas dinámicas, el abordaje de la cibercultura dentro de las clases de Ciencias Sociales, la valoración del contenido trabajado y la percepción de aprendizaje por parte de los estudiantes. De 147 estudiantes inscritos en los cuatro grupos con los que se trabajó, dos de décimo y dos de onceavo, se conectaron en promedio 63 estudiantes, menos de la mitad. Esta discriminación bajo el filtro clasista de la llamada brecha digital, delimitó los participantes de las clases virtuales, seleccionando a algunos de los más expresivos para las entrevistas semiestructuradas.

A partir de las entrevistas y encuestas realizadas a 50 estudiantes, 25 de grado décimo y otras 25 de grado onceavo, se identificaron los principales usos y formas de interacción. Para diferenciar los estudiantes entrevistados y proteger su identidad se utilizó una letra seguida de un número: E1, E2, E3 y así sucesivamente.

Se definieron un total de cuatro categorías sobre las cuales trabajar: las percepciones, que permiten identificar la visión de los educandos en torno a Internet y las redes sociales; la interacción, que devela sus formas de comunicación a través de la cibercultura y las experiencias que de allí recogen; las experiencias, que muestran los resultados de esas interacciones según la perspectiva de los mismos estudiantes y los aprendizajes de esas experiencias, que señalan su autopercepción acerca del tiempo invertido en Internet y las redes sociales; y las resignificaciones, como nuevas perspectivas de apropiación de Internet y las redes sociales.

 

Resultados y discusión

Coincidiendo con la tendencia en Colombia, los 25 estudiantes del IED Charry del grado décimo que respondieron la primera encuesta que se realizó, indicaron que en su mayoría usaban la red social de Facebook (96%), YouTube (92%) y WhatsApp (84%), utilizando como herramienta de entrada en la mayoría de los casos el celular (76%). De 19 respuestas que se dieron como válidas al especificar las horas de conexión al día, dio como resultado una media de 7h al día de conexión a redes sociales, siendo el máximo tiempo empleado por un estudiante 15h; y el mínimo 30 minutos.

Los resultados muestran que al menos la mitad de los estudiantes superan las 8h de conexión diarias, que principalmente se utilizan para interactuar con amigos (72%) y ver páginas de memes (68%). Una gran mayoría utiliza sus redes sociales para interactuar con sus amigos, lo cual les ayuda a cubrir necesidades sociales de interacción (Colás-Bravo et al., 2013), como seres sociales que son.

Existe un alto uso de las redes y que existen planes elaborados explícitamente para generar adicción. Expertos en tecnología persuasiva formados en la Universidad de Stanford, se han dedicado a enseñar el cómo fusionar la psicología con la tecnología, para modificar el comportamiento de la gente y predecir nuestras acciones para mantener hipnotizados en las pantallas a los usuarios, desarrollando hábitos inconscientes (Rhodes, 2020). Si bien es prematuro hablar de dependencia, se puede inferir que la mitad de los estudiantes encuestados han adquirido este hábito inconsciente.

Además, casi la mitad manifestó interés en conocer gente nueva a través de redes sociales. Sin embargo, las entrevistas muestran que indudablemente prefieren la interacción presencial. Esto coincidiría con la importancia que dan Berger y Luckmann (2001) a la interacción cara a cara en la que la expresividad cobra relevancia para acceder a la subjetividad del otro, a su parte real. Desde luego, esto es definitivo para afrontar la educación de manera virtual. Si bien Internet puede ser una herramienta muy útil, las relaciones entre estudiantes y profesores de manera presencial, se torna imprescindible para lograr una interacción realmente significativa.

Al indagar sobre los posibles usos de las redes sociales orientados hacia fines académicos, una gran parte de los estudiantes de grado décimo respondieron que verían una mejor comunicación e interacción de la clase con el uso de redes sociales (43,48%), así como la posibilidad de profundizar en las temáticas (43,48%). Uno de los estudiantes manifestó “Se puede utilizar para hacer actividades académicas más entretenidas, interactivas, divertidas para llamar la atención de los estudiantes y que quieran realizar las actividades” (comunicación personal, 12 de septiembre, 2020). Esta afirmación encierra un discurso que se repite en otras encuestas, que muestra que las tareas en sí no les molestan, sino la forma de realización y exigencia, que se convierte en un ejercicio mecánico y aburrido.

Para la pedagogía crítica, lo que despierta el interés de los estudiantes debe ser el diálogo sincero, que comprende el respeto tanto al hablar como al escuchar, y motivar constantemente la curiosidad, pasando de una curiosidad espontánea a una curiosidad epistemológica al rigorizarla mediante un diálogo que plantee interrogantes en los estudiantes (Freire, 1997). De manera más reciente, Vega Cantor (2020) sostiene que la tecnología en la educación no ha logrado eliminar el aburrimiento de los estudiantes, y ahora hay aburrimiento virtual, que se manifiesta a través de la interrupción constante de su conexión. 

Se podría inferir que esta relación de las redes sociales con la diversión está ligada a su uso generalizado dirigido al ocio, y la búsqueda constante del juego, tema que se hace más evidente al nombrar explícitamente en medio de las clases su pasión por juegos on-line multijugador como Among Us, Fortnite o Free Fire, e incluso al finalizar, quedar para jugar con sus compañeros. Si bien en el inicio del capitalismo los trabajadores se someten a extensas jornadas de trabajo (incluyendo niños), el mismo proceso de industrialización permite paulatinamente aumentar el tiempo libre, de forma tal que el control del mismo se torna imprescindible para el sostenimiento del sistema capitalista, es decir, de hábitos de consumo en el tiempo libre (ideología).

Otro de los estudiantes manifestó que las redes sociales podrían ayudar a fortalecer su ámbito académico “preguntando inquietudes con compañeros y profesores” (comunicación personal, 4 de octubre, 2020). Esto podría dar cuenta de una necesidad de los estudiantes por profundizar las temáticas, ya que las clases parecen ser insuficientes para demasiada información. Por ello, en Internet los estudiantes también tratan de cubrir un vacío basado en un interés no saciado por la escuela. Aquí, las redes sociales como complemento para facilitar la comunicación y la interacción, como gran parte de los estudiantes manifiestan, se tornaría como herramienta complementaria de ayuda al trabajo del docente, al facilitar la reflexión, el intercambio de opiniones y el acceso a nueva información.

Frente a la posibilidad de utilizar una página en Facebook, la gran mayoría de estudiantes, un 84%, manifestó su interés o su entusiasmo con la posibilidad. Es interesante hacer cuenta de las motivaciones de las respuestas negativas (12%). Entre las respuestas se encuentran comentarios como «No, porque no quiero terminar en la tumba o recibiendo amenazas de muerte por decir mi opinión. Mucho menos en Twitter, allí si tú mueves un dedo ya te crean hasta un numeral y apareces en tendencias.» Otra negativa manifestó que «en las páginas de Facebook puede entrar mucha gente y sabotear» y la última «No mucho por los intrusos». La primera respuesta da cuenta de un miedo a expresar su opinión de manera abierta en redes sociales, muy posiblemente motivado por la violenta coyuntura en Colombia (asesinato de líderes sociales, firmantes de la paz de la guerrilla de las FARC-EP y manifestantes) que se trabajaba en esos días en las clases; sin embargo, las tres denotan un miedo al saboteo de sus publicaciones, pese a ocultar su nombre en una página de Facebook. No obstante, contrario a esta actitud, en la página se mostró una demanda frente a la necesidad de libertad de expresión en Colombia.

En el ámbito de la cibercultura el fenómeno al que se hace alusión se puede denominar como flamer o hater. Este primer término, si bien nace en los juegos online, se ha extendido hasta las redes sociales, siendo el segundo término el más usado para este ámbito. Se trata de una acción provocativa hacia otros usuarios de la red, que busca causar enfado y molestia. Hateblockers (s.f.) distingue hasta seis tipos de haters que incluyen personas que evaden discusiones, que disfrutan ridiculizando a otro, o que buscan como objetivo de su ira a ideas, colectivos o pensamientos minoritarios.

Estas formas de actuar las mantienen sujetos a los que no les importan ni “los lazos sociales, ni vínculos de solidaridad, fraternidad o ayuda mutua. […] ahora solo vale y existe lo que haga un individuo, el que necesita mostrar a cada rato su presencia, porque de lo contrario se considera frustrado o incompleto.” (Vega, 2018). El afirmar la existencia de maldad en las redes sociales manifestada a través del sabotaje, también fue una constante, tanto en las entrevistas como en la encuesta realizada a los estudiantes. Pero de forma más empírica, se vio con la acción directa de al menos un estudiante que, en el desarrollo de las clases durante 2021, silenciaba el micrófono a los compañeros que hablaban e incluso al docente contratado, y sacaba a sus compañeros de clase. Sin duda no fue un fenómeno aislado del colegio, en muchos colegios a lo largo del país se repitió el fenómeno, lo que llevó a algunos profesores a crear vídeos explicando cómo evitar estas situaciones (Cerebrote, 2020).

Dentro del imaginario de los estudiantes, las entrevistas personales mostraron que existe la sensación de que una persona, personas o una máquina, controlan sus acciones en Internet, y ayudan a difundir noticias virales. A modo de ejemplo, una estudiante manifestó: “Para mí sería como una persona que lo controla todo, que mira la privacidad y todo eso. Pienso que sería mucha gente, porque mucha gente usa las redes sociales, y mucha gente mirando […] como unos supervisores.” (comunicación personal, 6 de noviembre de 2020). Esto no se aleja de la realidad, en tanto el logaritmo de Facebook ayuda a difundir con más facilidad información falsa que verdadera, como dice el mismo Sandy Parakillas, ex gerente de operaciones de Facebook (Rhodes, 2020).

Para los estudiantes se crearon dos páginas en Facebook, una para el grupo 901 (Socio 901) y otra para el 902 (La Juventud Opinando). En el segundo ninguno publicó nada, en el primero, se realizaron dos publicaciones por parte de uno de los estudiantes, con 6 y

7 likes respectivamente. Ambas eran escritos propios, acompañados de una imagen. Mientras la primera hacía referencia a los asesinatos de líderes sociales (Imagen 1), la segunda a la falta de libertad de expresión.

imagen1

 

 

Imagen 1. Publicación en página de Facebook

 

Por último, más que del uso, también es necesario hablar del no uso, que se relaciona con la condición de clase de los estudiantes, que dificulta el acceso tanto a Internet como a dispositivos que garanticen el acceso. Este hecho, que se ha denominado eufemísticamente como brecha digital , parte de problemas de clase. Facebook o las redes sociales, como medio, como herramienta no soluciona las grandes dificultades económicas que viven las familias de los estudiantes, pese a que algunos estudiantes manifestaran durante las entrevistas el haber usado YouTube o bitcoin para intentar ganar dinero. De igual forma, otros manifestaron estar formándose en temas orientados al mercado laboral, para labrar su futuro.

Más de la mitad de los estudiantes no se pudieron conectar a las clases. Uno de los maestros achacó esta situación a 1) la falta de equipos 2) acceso limitado a los equipos, ya que no les pertenecen a los estudiantes, sino a familiares que en algunas ocasiones las usan para estudios universitarios 3) en algunos casos comentó que los estudiantes se conectaban mediante paquetes de datos adquiridos previamente, lo cual repercutió negativamente en la economía de las familias, que no pudieron sostener ese gasto 4) la falta de ayuda de la administración de la educación en Bogotá, que no previó ayudas para solucionar la falta de conectividad (comunicación personal, 7 de noviembre, 2020).

Esto es, no únicamente es un problema individual de familias que no tienen acceso a recursos, se trata de una responsabilidad a nivel gubernamental que no adquiere suficiente responsabilidad frente a un grave problema. Se estima que, en 2020, 34mil estudiantes desertaron mientras que para 2021 se prevé que la cifra aumente a 106mil, siendo la población con mayores dificultades de acceso a las clases los estudiantes de colegios públicos (52%) y los de estratos 1 y 2 (49%), frente a un significante número en colegios privados (30%) y una menor incidencia en estratos 4, 5 y 6 (19%) (Malaver, 2021). Sin duda esta falta de conectividad es el punto débil y a la vez el punto fuerte de esta investigación, puesto que muestra dos caras de una misma situación: insuficientes estudiantes con los que trabajar, y ello como problema que se analiza.

 

Conclusiones

La caracterización del uso dado a las redes sociales por parte de los estudiantes, muestra que es necesario evitar lecturas románticas del concepto de prosumidores presente en muchos estudios hoy, pues hay que detenerse en el fuerte consumo provocado por un círculo constante que incluye interacción intermitente seguida por un largo proceso repetitivo de scroll-down. Un elemento que se combina con este que hay que considerar, es el interés por suplir la falta de entretenimiento en la clase con horas de videojuego, posterior a esta. Se trata de hábitos de consumo en el tiempo libre, en una sociedad que no genera expectativas de futuro.

Por otro lado, en el uso dado a Internet en la interacción maestro-estudiante, se hace preocupante, cómo más de la mitad de los estudiantes aducen falta de interés en asistir a las clases, motivada por pereza y aburrimiento, principalmente. Sin duda, se puede afirmar nuevamente la importancia de las clases presenciales y del cara a cara. Sin embargo, no es suficiente. Hay que cuestionar también los contenidos actuales, el maestro de Ciencias Sociales debe encontrar nuevas estrategias interactivas para llegar a los estudiantes y despertar su interés, provocando su curiosidad. Si un estudiante maneja mejor la tecnología es necesario volver esa debilidad del maestro, una fortaleza del estudiante. Pero el maestro necesita un método crítico que guía esa interacción con la cibercultura. En tal sentido, las Ciencias Sociales de hoy deben atender a los desafíos que suponen la lucha contra la desinformación, o el exceso de información, que llega a trasladarse al desinterés por ésta y la consecuente aceptación acrítica de la realidad que ha tocado vivir.

Tanto la clase como el contexto geográfico limitan el acceso a la información, lo cual impide hablar de ciberciudadanía como pretenden algunos teóricos hoy. Además de este último, existen otros problemas para garantizar la educación virtual, al menos, en el contexto latinoamericano: ausencia de interacción cara a cara, falta de preparación de los maestros, ausencia de políticas de Estado contundente, desmotivación y pérdida de interés por parte de estudiantes.

Es arriesgado hablar de prosumidores o de consumidores, puesto que se trata de una relación dialéctica con la cibercultura que les mueve entre ambos escenarios, moviéndoles entre el conocimiento de diversas temáticas (disciplinares, políticas, laborales) y los hábitos inconscientes que les encadenan. Por último, otro de los temas más interesantes en los que debería profundizarse es lo contendiente a la importancia dada a la privacidad y el control al que se ven sometidos. Es decir, ¿cuál es la relación dialéctica que existe entre la exposición voluntaria, y a la vez inducida por la necesidad de mostrarse, y la sensación de vigilancia y control permanente a la que son sometidos que puede llegar a generar miedo a las reacciones de los otros?

 

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Según Internet World Stats, más de la mitad de la población mundial carece de acceso a Internet, siendo las regiones con más usuarios Norteamérica (94,6%) y Europa (87,2%). La zona más afectada sería la de África (39,3%). Y Centroamérica y Sudamérica ocuparía un lugar intermedio con un 68,9% de usuarios de Internet. Por ende, a la clase social, se suma el contexto geográfico, que genera mayores desigualdades en el acceso.

 

 

Datos del (los) autor (es)

1 Licenciado en Ciencias Sociales. Universidad Distrital Francisco José de Caldas. ID ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6030-1601